¿Hasta dónde; hasta cuándo?

Sábado, 25 de enero 2020, 04:00

Se atribuye a Abraham Lincoln, aunque los eruditos dicen que la escribió Jacques Abbadie. La frase lapidaria de su “Tratado sobre la verdad de la ... Religión Cristiana” (1684), reza: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y se puede engañar a todos durante algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. El lector ya sabe a quién me refiero. La actualidad nos avasalla y los titulares de los periódicos digitales destacan que Felipe González reivindica a Guaidó como presidente de la República de Venezuela, y que llama tirano a Maduro. ¡Cáspita!, si coincide con los fachas (según el sanchismo) del PP, que presentarán una moción reconociendo igualmente al patriota venezolano. El sentido del Estado une necesariamente a los desiguales – populares y socialistas responsables -, y su carencia permite llamar a Pedro Sánchez bellaco y taimado. ¿Tanto? ¡Y más!

Publicidad

Quien despojó valientemente a la socialdemocracia española del marxismo, el padre del socialismo constitucional, hoy desnaturalizado y envilecido por un líder felón, se opone así honestamente al desplante de su Secretario General, que no recibirá – como hacen los líderes de toda Europa -, a Guaidó. Y de paso contesta a unas declaraciones del insensato de Zapatero, defendiendo abiertamente a Maduro y su régimen, por tanto su opresión y sus crímenes contra la humanidad, lo que le convierte en cómplice del tirano; como ya fue secuaz el mismo Raúl Morodo – inmoral progre de salón desde que lo conocí muy joven en la USAL -, su embajador en Caracas, que sustrajo muchos millones del petróleo estatal, por los que está imputado; como sicarios debieron ser quienes se prestaron a liberar de la embajada de Méjico en Bolivia - ¡encapuchados! -, seguramente a testigos molestos de la financiación ilícita chavista de Podemos, Monedero, Iglesias....

¿Qué más se puede hacer para arrastrar el nombre de España? Sánchez ha ido más allá. Propició un encuentro de su ministro Ábalos (cuyo rostro aparentemente afable ya se aborrasca ante los periodistas que no le preguntan lo que quiere), con la vicepresidenta venezolana Delsi Rodríguez. Está condenada por crímenes contra los DDHH, por los que tiene prohibido pisar suelo europeo. No lo pisó. Ábalos se reunió de madrugada, en el interior del avión en Barajas. Ha sostenido ¡sin ponerse colorado! que el encuentro fue – agárrense -, ¡“fortuito”! Como si pasara andando al amanecer por una pista, despistado, tras una noche de farra, la viera en la ventanilla del avión, “coño, ¡pero si ahí esta Delsi!, voy a tener un encuentro casual, inopinado, con ella”. Si su abuelo, guardia civil bigotudo, y sin duda hombre de honor, levantara la cabeza, le propinaría un par de ósperas y le recordaría que los españoles no somos idiotas. Si lo hiciera su padre, el torero de plata “Carbonerito”, le pondría un par de banderillas de fuego, por manso y por marrajo.

¿Pero no habrá más?, preguntarán los incrédulos. Pues sí, hay más miseria moral aún. Esos socios “preferentes”, que como todos sospechábamos no votaron a favor de su investidura, o se abstuvieron en balde, exigen ahora duras contrapartidas. No son simples amistades peligrosas. Son chantajistas políticamente desalmados, que atentan directamente contra la Constitución. En Navarra, el PSOE ya vota con los herederos de ETA; en Cataluña soportan la fuga de Puigdemont, los desplantes de un rufián, y la desobediencia de un President cuya usual chulería es no solo menospreciar fallos judiciales de un Estado de Derecho garantista, sino actuar contra ellos en altanera desobediencia, que exige ¡ya! un 155 enérgico, en defensa de la dignidad de todos. Pero Sánchez es rehén y cómplice de los delincuentes. Negoció en la cárcel con el bizco, y va a entrevistarse - ¡oficialmente! -, con Torra, que odia España, sus “bestias” – como usted y como yo -, y solo “dialoga” de referéndum de autodeterminación, para ganarlo y largarse.

Publicidad

Necesito acabar mojando la pluma en algo reconfortante y español. Agua fresca. El waterpolo. España jugará la final del europeo masculino, por una parada decisiva de nuestro portero en el último minuto. Ayer hizo lo propio la guardiana de la selección española, en el último segundo. Sucede que a mí me emocionó la salmantina Laura Esther Ramos por las muchas “Pes” que posee: portera de la selección española, peñapardina por parte de madre - donde el pandero cuadrado y la parla del Rebollar -, se apoda “Pajarito”, y es un portento. Atesora la “p” de campeona del mundo, de Europa y subcampeona olímpica. La “P” de España.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad