El poder de las mujeres, menos una

Lunes, 21 de noviembre 2022, 04:00

La semana pasada solo podía terminar con el Día Internacional de la Mujer Emprendedora, después de que cada día, el de hoy y los que ... siguen, me temo que por mucho tiempo, sigamos oyendo hablar de la ilustre ministra de igualdad Irene Montero.

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Estoy muy lejos del debate abierto que, en mi humilde opinión, está circunscrito al ámbito de la judicatura. Cosa distinta es que no tenga una visión crítica de lo ocurrido: la Ley —que me niego a nombrar tal y como está postulada— ha pasado por cientos de manos y, en ningún caso, ha sido advertido el error, que todo parece indicar que contiene. Tal vez por eso, todos contra una y una para todos, parafraseando a los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas. La cuestión es que la ministra al encastillarse solamente ha conseguido el sumun de unanimidad, si es que su figura no gozaba ya de suficientes contrarios a su nombramiento por su escaso perfil profesional y político, más allá de algaradas varias en lugares, incluso en países dispares.

Igualmente, mi columna de hoy pretende reivindicar a las mujeres de esta ciudad, de su provincia y de nuestra comunidad autónoma que se parecen poco a la ministra, y que para mí son la mayoría. Y aunque ella tiene raíces castellanoleonesas, yo hablo de las fundadoras del Club de Marketing de Castilla y León (Sara, Lorena, Mari Cruz), de mi querida Nuky, periodista y salmantina de pro, de Loli y su lucha por el aceite de calidad de Ahigal de los Aceiteros, de Blanca, presidenta de AJE Salamanca, de todas las mujeres emprendedoras que recuerdo en mi entorno como Esther, Begoña, Judit, Pilar, María, Laura, Raquel, Bea... Decenas. Como cientos de políticas que cada día acuden a su puesto en un ayuntamiento de nuestra provincia para pelear por mejorar las cosas a sus conciudadanos.

Me parece que Irene Montero representa a esa mujer antigua que trata de suplantar; a la que vivía de su marido, a la que no sabía estar fuera de casa, por el simple hecho de no haber recibido la preparación para ello, a la que se tenía por sometida a la esclavitud de la casa y de los hijos, y lo peor es que lo estaba, por desgracia. Y ni eso termino por ver ella, dado el enorme respeto que tengo por la generación de mi madre, que tanto bien nos hizo en educación de la buena, de la de casa, de la de siempre. El jueves pasado, compartí una charla en la Diputación con empresarios colombianos del sector del turismo. Resulta que la mayoría, la amplia mayoría, eran empresarias. Me bombardearon a preguntas: activas, agresivas, competitivas; con ganas, ilusión, ideas, fuerza. Las mujeres cambiarán el mundo, si van llegando a esos puestos desde donde ese noble objetivo puede cumplirse. Entre tanto, muchos hombres haremos más por ello que ministras como la de igualdad que solo ha llegado a su puesto porque en nuestra política se iguala, pero por abajo.

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