Hasta ahora las sesiones del juicio a los golpistas catalanes han servido a estos – la ley les permite mentir -, para reventar la Sala de falsedades ... dialécticas, argucias jurídicas, propaganda separatista y chulerías (“Volveremos a votar un referéndum”, dijo ayer con arrogancia el presidente del Parlament). Pero los españoles también observan a un presidente del Tribunal, exquisito en las formas y riguroso en el fondo, que trata de reconducir el juicio a lo que debe ser: si hubo desobediencia y si fue violenta; preservando el derecho de defensa. Lo demás es retórica.
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Recuerdo una intervención forense cumbre del salmantino Gil Robles. Fue en 1969, representando al Reino de España frente al de Bélgica, en el Tribunal Internacional de Justicia en La Haya. Se debatía la quiebra de una compañía canadiense establecida en la capital de Cataluña. Los letrados belgas pusieron en duda el recto proceder de nuestra Justicia. Ante la odiosa politización del proceso de la Barcelona Traction, Gil Robles dijo: “No hubiese querido yo que la política entrara en el Pretorio”. A lo que siguió un informe jurídico magistral, con su excelente oratoria (la mejor que el firmante ha escuchado).
La política más rastrera (pero astuta) fue metida con calzador en el Supremo por los golpistas y sus letrados. Pero ayer empezó a salir por la ventana. Compareció el Estado español en todo su vigor. Nieto, subsecretario de Interior aquel 1º de Octubre de 2017, aportó gallardía - frente a la tibieza de Rajoy y Sáenz de Santamaría -, declarando la verdad en cueros: los procesados se ciscaron en la Constitución y en las resoluciones del Tribunal Constitucional y celebraron el referéndum prohibido, gracias a la complacencia de los farisaicos Mozos de Escuadra. Alerté la víspera sobre “las torcidas intenciones del Mayor de los Mozos (o sea, Trapero, “trapos sucios”)... que deben ser apartados o intervenidos”. Millo, delegado del gobierno, cifró más de cien episodios violentos. El coronel Pérez de los Cobos, coordinador de la seguridad, con olfato profesional, dudó de los Mozos desde la convocatoria, por no decir que temió su traición, luego consumada. Yo tampoco hubiese querido que la política entrara en el Pretorio. Hay que expulsarla, como Jesús a los mercaderes del templo, pero con zurriagos democráticos.
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