El año termina con la inquietante noticia de que el Hospital de Salamanca ha perdido su condición de líder en Castilla y León, sobrepasado por ... el Río Hortega de Valladolid. Esto ha ocurrido durante el mandato al frente de la Junta del salmantino Alfonso Fernández Mañueco y precisamente a solo un año del estreno del nuevo Clínico Universitario, cuya inauguración constituye el más relevante (y casi único) hito en la gestión del Gobierno regional en favor de Salamanca.
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Quizás sea tan solo un problema temporal motivado por las secuelas del retraso en las obras que obligó a mantener las vetustas instalaciones ahora en derribo y por las dificultades para poner en marcha todo el potencial humano y tecnológico del nuevo edificio, pero resulta cuando menos preocupante.
Este 2022 que agoniza ha sido un año complicado para Mañueco, que arrancó adelantando unas elecciones autonómicas que esperaba ganar por goleada y le salieron rana, con un resultado que le obligó a cambiar el incómodo pacto con Ciudadanos con otro acuerdo todavía peor con Vox.
Dijimos en su día que el pacto con los de Santiago Abascal venía obligado por las urnas y que habría que valorarlo a la luz de los hechos. Y tras más de medio año de hechos, hay que reconocer que los verdes han aportado más escándalo e inoperancia que aciertos, si es que han tenido alguno. Lo más destacado de este primer tramo de legislatura han sido las continuas tensiones provocadas por la verborrea destructiva del vicepresidente de Vox, Juan García-Gallardo, a quien Mañueco no ha podido o no ha querido embridar como merecería su carácter camorrista. Por si era poco duro el reto, a las secuelas de la crisis de la covid y al ahogo de los hogares debido a la inflación se sumó en verano el desastre de los incendios en Castilla y León que obligaron a corregir el dispositivo de cuidado forestal para reforzarlo durante el invierno.
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En este ejercicio no ha habido un trato especial de la Junta con esta provincia por parte de los consejeros del PP y sí un evidente desprecio por el lado de Vox, especialmente en todo lo que respecta a la cultura, donde hemos perdido lo poco que teníamos.
El remate de este año horrible de equilibrios entre desastres lo protagonizaron los grupos del PP y Vox en las Cortes regionales el pasado viernes al votar contra las medidas de acompañamiento al Presupuesto de 2023, donde se aprobaban las rebajas de impuestos para las familias y la compra de vivienda. Mañueco dice arreglará el entuerto dentro de tres meses con una proposición de ley de efecto retroactivo. Esperemos que funcione, porque esa política de rebaja de la presión fiscal es la gran marca positiva de esta Junta frente a la voracidad sin límites del Gobierno socialcomunista. Y cualquier alivio en los bolsillos de los salmantinos es bienvenido en esta época de recaudación récord por parte de la Hacienda sanchista.
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Esperemos que también se reconduzca el buen funcionamiento del Hospital para recuperar esa primera posición, como centro de referencia y líder en excelencia en Castilla y León, y que la Consejería de Cultura que preside el ‘verde’ Gonzalo Santonja encuentre en 2023 la forma de compensar a Salamanca por los ‘olvidos’ del Facyl o el Festival de Ajedrez.
Por encontrarle algo positivo, lo menos malo de este 2022 que agoniza es que ya nos queda un año menos de soportar al actual inquilino de La Moncloa. Puede que solo sean doce meses más, o poniéndonos en lo peor, puede que nos quede todo un quinquenio de sufrimiento. Pero siempre será un año menos.
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