El atorrante Torra

Domingo, 9 de febrero 2020, 04:00

“Torra está fabricando una incubadora de neonazis en Cataluña” (Alfonso Guerra)

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Joaquín Torra nunca soñó con llegar a ser presidente de la Generalidad catalana, ... pero la vida da muchas vueltas, y más en la política catalana.

Hace seis años Torra era un pequeño editor catalanista. Luego fue agente de seguros. Hace una década, llegó a liderar una plataforma independentista radical. Por esa época, participó en la interposición internacional de querellas contra España, aunque ninguna prosperó. Comenzaba así la campaña de internacionalización del “conflicto catalán”, en el que pusieron los separatistas sus más queridas aspiraciones. Ilusión que se deshizo en cuanto comenzó el “procés”.

Torra se sentó en el Palau de la Generalitat porque allí lo puso el fugado Puigdemont (ambos son del conocido como clan de la Costa Brava). También gozaba del apoyo incondicional de la ANC y de Òmnium Cultural.

Las incertidumbres de los primeros pasos de la legislatura fueron un mal presagio. Torra se definió a sí mismo como ‘president custodio’, asegurando que el legítimo ‘president’ era Puigdemont. A su círculo más íntimo le confesó: “Yo he venido aquí a proclamar la república. Si no lo puedo hacer, me voy”.

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Según un alto cargo del PDeCAT, “un ‘president’ está para tomar decisiones. El gran error de Torra fue no realizar gestión de gobierno. Tenía una obsesión y eso paralizó cualquier acción de gobierno”.

“Este es un gobierno que no tiene interés en nada”, resumió un alto dirigente de la oposición. Sólo han hecho reivindicar la autodeterminación, la amnistía y la petición de parar la ‘represión’.

Su empatía con los grupos más radicales del independentismo (su familia está alineada con los principios extremistas del soberanismo) le llevó, en octubre de 2018, cuando se cumplía un año del referéndum ilegal, a arengar a los comités de defensa de la República (CDR), con la famosa frase ‘Apreteu, apreteu’ (Apretad, apretad).

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Su atorrante desafuero irracional no es nuevo. Hace seis años dejó por escrito que los españoles eran “bestias inmundas”. Incluso había intentado borrar el rastro de sus posicionamientos radicales en las redes sociales, eliminando polémicas y desafortunadas expresiones en Twitter, como que los españoles habían llegado a Cataluña para expoliarla y les pedía que se fueran.

Pues bien, es con este sujeto con el que se sentó la semana pasada a “dialogar” el presidente del Gobierno español. Una bajada de pantalones que pagaremos cara.

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