Cuando se cumple un año de guerra en Ucrania, se atisba un problema clásico en estos conflictos, la habitualidad. Por más cerca que esté la ... zona de guerra, a los pies de Europa, el paso del tiempo hace que los sentimientos vayan cambiando, tornándose, por regla general, más suaves, más laxos. El impacto inicial va dejando paso a la costumbre, y la cercanía a cierta frialdad. A pesar de eso, Ucrania está logrando un gran seguimiento. Primero, por la importancia que tiene para el resto del mundo que Rusia no salga vencedor de una guerra cuyo final no atisban ni los propios observadores y analistas, con amenaza nuclear incluida.
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En segundo término, gracias al pundonor de sus ciudadanos y al liderazgo de su presidente Zelenski, inasequible al desaliento, conocedor de la importancia de la comunicación y que, con sus intervenciones en los parlamentos de países de todo el mundo, el europeo, incluso en Naciones Unidas, está sabiendo mantener caliente a la comunidad internacional. En estos momentos de caída de la intensidad, cuando las imágenes ya no rasgan igualmente las retinas de los espectadores, ni vivimos con el alma en vilo, es cuando el trabajo de las ONG´s, que hoy celebran su Día Mundial, adquiere una relevancia decisiva. Ellas son las que sostienen con sus acciones, siquiera mínimamente, a cientos de miles de refugiados en todas partes de Europa. En Salamanca, tenemos un par de centenares venidos de Ucrania, según los datos que constan en los organismos oficiales. Su vida y su adaptación no está resultando fácil.
Nos ayudaría a no perder el foco conocer su situación real, tratar de entender su visión de las cosas, el prisma con el que ven lo que les está ocurriendo. Viven en un país, en una ciudad, sin dominio del idioma, sin familia ni amigos en su entorno, sin un futuro claro. Seguramente sin futuro, viendo como su país está siendo destrozado por las bombas rusas.
Yo estoy en el grupo de personas con una vida normal. De esos que nos quejamos de ella constantemente, sin ser conscientes de la cantidad de congéneres que sufren la migración, la hambruna, las guerras, que son muchas en el mundo, aunque estén más lejos o nos preocupen menos. Es posible que tengamos más que cerca familias con hijos que sufren enfermedades raras o situaciones de dificultad económica. Viví un tiempo fuera y conocí la sensación de desamparo, lo que significa sentirte desvalido. Incluso yendo en condiciones óptimas. Tal vez por eso colaboro con alguna organización internacional, aunque soy consciente de que eso no sirve de gran cosa. Todos tenemos nuestros problemas en el día a día. Aun así, hay decenas de ONG´s que operan en Salamanca. Estoy seguro de que en alguna podríamos echar una mano. Son muchas las personas que no tienen la suerte de tener una vida tan mala como la nuestra.
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