Desleales

El fin de semana está informativamente dominado por el Día Internacional de la Mujer y por el COVID-19. En las noticias acabo de ver ... juntos los dos protagonistas: una mujer sola, valiente, estrechando manos. La reina Sofía, sin guantes ni mascarilla, se ha plantado en el Cristo de Medinaceli -como el besapiés de nuestro Rescatado-, y le ha dado su regia mano a todo fraile, cofrade, paisano que ha querido, sin pedir antiséptico alguno. La reina Emérita no ha puesto distancia, despego, ha estado cercana, por no decir arriesgada. Adolfo Suárez fue el primer político de la transición en borrar distancias, cautivar acercándose. Solís Ruiz había sido la distante “sonrisa del régimen”. El abulense abrazaba. En su primera visita a Francia, Giscard d’Estaing, aquel soberbio y antipático presidente, le hizo saber, vía protocolaria, que -por favor-, en el saludo no le tomara con la izquierda por encima del codo, como solía hacer Adolfo para chocar la mano. Sin embargo, la educación y el protocolo, en las cumbres y encuentros, exigen aparentar cordialidad. La usual escena de las escalerillas de Moncloa con Sánchez reteniendo y sacudiendo ciertas manos de invitados (Casado mismo), posando para los fotógrafos, es todo un poema.

Publicidad

Siempre me ha extrañado que entre las precursoras del moderno feminismo no aparezca casi nunca Gertrudis Gómez de Avellaneda, que firmaba con el pseudónimo de “La Peregrina”. Escribió una de las primeras obras anti-esclavista y los misóginos del XIX, encabezados por Menéndez Pelayo, le cerraron el paso a la Academia de la Lengua. Aunque también la exquisita Francia se lo negó a las mujeres durante más de tres siglos. Contaba Jesús Aguirre que cuando los misóginos galos admitieron a la primera mujer -1981-, a la puerta del lavabo no rotularon “Mujeres”, sino literalmente “Madame Yourcenar”, la formidable autora de “Memorias de Adriano”. La vida de doña Gertrudis es digna de llevar al cine. A uno de sus exitosos estrenos teatrales acudió don Eugenio de Hartzenbusch, entonces uno de los autores mas representados (desde luego en Salamanca, donde Ramón M. Rodrigo ha contado las muchas veces que se pusieron en escena “Los amantes de Teruel”, “La redoma encantada” y otras). Al finalizar, don Eugenio exclamó entusiasmado: “¡Es mucho hombre esta mujer!”, expresión que compendia la torcida mentalidad de la época.

Y mañana, la manifestación. ¿Quiénes, cómo, cuántas(os)? Posicionamientos para todos los gustos. Ya sabemos que el Gobierno compacto, una piña y tal y tal, irá en dos bloques, los podemitas por un lado y los socialistas por otro. Y no precisamente por el peligro de contagio. Ni juntos ni revueltos, ¡y solo han transcurrido cincuenta días de gobierno! Lo que nadie se explica es cómo siguen alrededor de la misma mesa del Consejo, tras haber incumplido flagrantemente y a la vista del respetable, ¡hasta en seis ocasiones! el “protocolo de coordinación”: la Fiscala General, el Delcygate, Tezanos en el CIS, la ley de libertad sexual... ¿”Dos partidos y una sola voz?” Tururú. ¿Pacto basado en la lealtad? Pablo Iglesias dirá, ¿con qué se come eso? Sánchez y el coletas, de puto a puñetero. Y este país en medio, “gobernado” por dos nefastos compadres, desleales entre ellos mismos, con sus simpatizantes, con España y con quien sea menester.

Del otro lado Rosa Díez le ha metido un dedo en el ojo a la ministra de Igualdad, acusándola de que será muy feminista, pero no protege a las niñas prostituidas en Baleares. ¿Arrimadas? Se supone que asistirá porque dice que donde se reivindique la igualdad ella estará. Y conocemos la división en el PP, Cayetana y Díaz Ayuso en su casita, y Cuca Gamarra oficialmente representando a los populares. La Álvarez de Toledo podrá gustar o no, pero es muy clarita: “A mí como mujer nadie me pone deberes, nadie me dice ni cómo me tengo que manifestar, ni cómo tengo que defender mi sexo”.

Publicidad

Empecé y acabo con otra “feminista” histórica -no reconocida-, porque es castellano y leonesa y protagonista de “La prudencia en la mujer”, de Tirso de Molina. Tirso anduvo por el Convento Mercedario de Salamanca, y en la finca de recreo de “Continos”, en San Pedro de Rozados (luego de los Pérez Tabernero, ahora de los Montalvo) y aseguran que allí escribió “El condenado por desconfiado”. Viuda del Rey Sancho, María de Castilla resiste a los asedios de quienes aspiraban -“traidores”-, al trono y como una leona defensora de su heredero les desafía: “Veréis si en vez de la aguja,/sabrá ejercitar la espada,/y abatir lienzos de muros/quien labra lienzos de Holanda”. Vamos, que nada de bordar y consentir. Dispuesta en su defensa, a cambiar la aguja por la espada.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad