EMPEZAMOS la semana sin Gobierno Autonómico; con mascarillas; con los aficionados al futbol impertérritos por los acontecimientos que implican al jugador del Barsa, Piqué y ... al presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Rubiales; con una guerra que se consolida con la intención de ¿dividir un país? y acostumbrar, por desgracia, a un mundo que lo mide todo con ese metro que se llama “economía” por no decir dinero.
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Parece mentira que en el transcurso de un tiempo tan corto como son siete días, (sabiendo que no somos Dios), hayamos terminado la semana con Gobierno Autonómico al completo y jurado; que se haya publicado el decreto en el que se nos licita a no llevar mascarillas después de dos años embozalados y muchos muertos; con un Piqué y un Rubiales que nunca fueron como la mujer del Cesar y que son el ejemplo exacto de cómo una acción ilícita pasa a un segundo plano porque “el fin justifica los medios”; con nuestro presidente de Gobierno, que muchos pensamos acaba de empezar su larga campaña electoral viajando a Kiev, aprovechando su reunión con Zelenski para anunciar que España enviará a Ucrania el buque “Ysabel” de nuestra Armada, que se encuentra camino de Polonia, con 200 toneladas de equipo militar. Sánchez ha explicado lo que para muchos estrategas debería haberse callado, sólo le ha faltado dar nombres y apellidos...
Este ojo que observa ve la Semana Santa inmensamente lejana y con ella el dolor de los pecados. Estamos en las antípodas del lunes y hemos llegado al sábado de Villalar sin Feijóo, pero camino de un hornazo único y propio del Lunes de Aguas. ¡Y todavía algunos dicen que el hornazo es difícil de digerir! Curiosamente son muchos los castellanoleoneses que se han preguntado al respecto, ¿desaire o estrategia? Siempre estrategia queridos lectores, pues estén conmigo que, la casualidad no existe. Pensar otra cosa es de inocentes y en esta vida, ya hemos visto hace bien poco, que a los inocentes se les crucifica. La estrategia es uno de los más importantes aspectos de la paz y de la guerra, del gobierno y de la oposición... Para ganar es imprescindible la estrategia, pero sin olvidar nunca la táctica.
De todo, lo más teatral, es que ya no se puede esconder el gesto detrás de la mascarilla que, dicho sea de paso, muchos van a echar de menos. La mascarilla al final la hemos incorporado a nuestra vida y además de salvarnos del terrible contagio, también ha sido el instrumento veneciano de ocultación del gesto convirtiéndose en su trampantojo, ayudando a ocultarlo y así diluir lo que más nos define. Ahora volveremos todos a vernos las caras.
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Menos mal que la primavera siembra de lluvia los campos, tiñe de grises el cielo y a continuación nos regala... el sol de abril.
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