Contaminación y mentiras

Domingo, 2 de febrero 2020, 04:00

El escritor Javier Marías nos recordaba hace unos días que él había oído en TVE a un “experto” decir que los niños de familias pudientes ... utilizaban 3 millones más de palabras que los hijos de familias modestas. Una desmesura imposible, pues en español sólo existen, según el Diccionario de la Academia, 93.000 palabras.

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Las exageraciones, en efecto, están a la orden del día y cada semana recibimos media docena de datos “científicos” apocalípticos.

A la joven presidenta de la Comunidad de Madrid la llamaron de todo los ecologistas de salón porque se le ocurrió decir que ella no creía que hubiera muerto nadie a causa de la contaminación en el Madrid Central.

Que la contaminación es mala para la salud nadie lo pone en duda, pero cuantificar cuántas muertes se producen por esa causa nunca es fiable. Se trata de estimaciones más que discutibles y, normalmente, exageradas.

Por ejemplo y a propósito de la contaminación en Madrid, se habló y escribió de miles de muertos en la capital por esa causa, pero en los boletines que, tras los fallecimientos, rellenan los médicos y que nutren las estadísticas según las causas de muerte que publica del INE, yo no he visto (y las conozco bien) ninguna causa de muerte que diga “contaminación”.

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En cualquier caso, en Madrid la contaminación es más baja que en muchas ciudades alemanas, por no hablar de las ciudades chinas, cuya “niebla” es más espesa que en cualquier otro lugar del planeta.

Otro dato –éste sí, contrastado- y que proviene de Eurostat (la oficina estadística de la UE) nos informa que la esperanza de vida en la Comunidad de Madrid es la más alta de todas las regiones europeas. Por eso se puede decir alta voz: ¡Ecologistas, menos lobos!

El consumo de tabaco también es malo para la salud, pero de ahí a cuantificar las muertes causadas por esa práctica insana hay un enorme trecho. A este propósito, quien esto escribe tuvo una buena bronca cuando se predicaba a favor de una ley contra el tabaco. Fue entonces cuando los “asesores” de la entonces ministra de Sanidad escribieron que el “fumeque” acortaba la esperanza de vida en diez años y además incrementaba el gasto sanitario en no sé cuántos millones de euros.

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Pero ambos datos “científicos” no sólo eran un invento, también eran contradictorios. Veamos: si los fumadores pierden diez años de vida le hacen un gran favor a las arcas de la Sanidad pública, pues es bien sabido que los gastos sanitarios crecen exponencialmente con la edad.

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