No me mal interpreten, que lo de cenizas y cenizos no tiene nada que ver con el tema de género. Es tiempo de ceniza y ... sayal, de penitencia, conversión y de muchas cosas más que a muchos le sonarán a rancio, manío, arcaico, trasnochado, anacrónico y fuera de lugar. Mayoritariamente será esta la visión de quienes, teniéndose por modernos y posmodernos, progres y avanzados, tolerantes y comprensivos, tratan de imponer sus criterios descalificando los de los demás. Quizá por eso hoy me asalte la duda de si abundan más los cenizos o la ceniza. Me temo que lo de la ceniza es algo temporal y pasajero pero lo de los cenizos y cenizas tiene una fecha de caducidad a más largo plazo. Propiamente el cenizo es aquel que tiene mala suerte o se la trae a los demás, sin embargo podríamos decir también que es aquel que nos complica la existencia. A juzgar por cómo van las cosas y el comportamiento de muchos humanos se puede decir que el número de cenizos y cenizas es cada vez mayor y no están, desgraciadamente, en riesgo de extinción, aunque con la nueva ley de protección animal nunca se sabe. Perdónenme la maldad pero no puedo por menos, hay que ser muy cenizos y cenizas para hacer polvo el sentido común y reducir a ceniza la responsabilidad, la exigencia, el compromiso, el esfuerzo y tantas otras muchas cosas que, gusten o no, resulten incómodas o molestas, forman parte del crecimiento del ser humano y el desarrollo de la humanidad. Seamos conscientes, cuantos más cenizos y cenizas haya, más hechos polvo estaremos todos. Para muestra la corrupción política, moral, benemérita, futbolística, etc, etc. hasta una moción de censura sin candidato alternativo. Como diría un buen amigo mío: “Esto es un sindiós Manolo”. Quizá con un simple soplido sea fácil que la ceniza vuele, pero mucho me temo que no será suficiente para que ocurra lo mismo con los cenizos y las cenizas. Es tarea de todos dejar de ser cenizos y cenizas, no vale mirar alrededor simplemente sin asumir nuestra responsabilidad. Ser criticones es una cosa, pero ser críticos es otra y, críticos constructivos, ya es para nota. Ciertamente y por desgracia, para nota son muchas de las noticias con las que desayunamos cada mañana, y las que están por llegar, donde lo edificante y constructivo brilla por su ausencia. No lo digo porque Ferrovial vaya camino de los Países Bajos, quizá a consecuencia de lo bajo que estamos cayendo en este país, donde confundimos churras con merinas, donde cada uno hace de su capa un sayo y no precisamente para vivir en espíritu cuaresmal. Parece que, cada vez más, procesionamos cada uno con nuestra vela tratando de iluminar nuestro camino, pero dejando caer la cera en la espalda del prójimo. Ay Salamanca, Salamanca, “lo que urge aprender es que no somos dioses, que no podemos —ni debemos— someter la vida a nuestros caprichos; que no es el mundo quien debe ajustarse a nuestros deseos, sino nuestros deseos a las posibilidades que ofrece el mundo”, Pablo d’Ors.
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