Vaya días que llevamos los batuecos!, madrita, que si el tuerto en la cárcel mirando a Estrasburgo –como los bizcos bañándose, con un ojo en ... la novia y el otro vigilando la ropa de la orilla-, el mandíbula de hierro Sánchez apretando sus maseteros para triturar a la derecha, una bildu-etarra homenajeando al terrorista Otegui, Adolfo hijo dando la espalda a las atrocidades, el montañés negándole sus anchoas al candidato, el asturiano gritando ¡Viva España!, el turolense Guitarte (“el arte de llevarse la guita”, Federico dixit) devolviendo favores, Abascal recordando un socialista que iba de putas (era Negrín), Felipe de mi vida perdido y mudo, el Guerra tres cuartos de lo mismo, Rufián con abrigo camel último modelo, Esquerra confesando que les importa un comino la gobernabilidad de España -¡ay, Pedro!-, el coletas vertiendo innúmeras lágrimas al Manzanares, Echenique, nuevo portavoz, ideando una rampa para subir con su silla al atril, en primera,... Menos mal que tenemos a Rosalía, “me quedo contigo”, no con Sánchez, y a María Teresa Campos, que aunque haya perdido al “bigote Arrocet”, o sea, Edmundo, dice que no se acaba el mundo, con la investidura tampoco. Pero ya acabó la pesadilla. Pedro ha sido cruel con “las derechas”, según él emberrenchinadas, y tras haberlas embestido a modo, ha sido investido sin modales, por dos votos, ¡uyyyyy! que susto, el balón rozando el larguero. Y aquí Fernando Pablos, entretanto, comprando tranquilito en un supermercado.
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Por tanto, hoy ya toca hablar del Gobierno. Nada de “¡mañaaaana...!”, como dice José Mota; ni “la próxima semana”, como anunciaban Tip y Coll. Ocurre en la política lo que sucedía en cualquier feria de España. A la ciudad invadida por catetos, acudían sacamuelas, reventas y carteristas. Eso sí, cuando sustraían a algún prócer la leona (así llamaban en mi pueblo las carteras con billetes, no tarjetas), el comisario llamaba al “rey de los rateros” -un tal Julio-, y a los veinte minutos el billetero aparecía inmaculado. Siempre –monarquía, república, franquismo, democracia-, ha habido ministros que han afanado tela, guita, leonas. Los ministrables que logren cartera no tienen por qué ser carteristas. Pero van a tirar unos viajes a nuestras carteras – sus promesas exigen euros e impuestos a mansalva-, que temblará el misterio.
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