Busca a la mujer

Miércoles, 31 de julio 2019, 05:00

Muchos españoles que hablan un mal castellano saben, sin embargo, desde Dumas para acá, lo que significa cherchez la femme. Pero los comportamientos insólitos ... o inexplicables de algunos varones se justifican frecuentemente en esa búsqueda, dejan de ser enigmáticos si se husmea en una mujer del entorno. Tengo un inteligente amigo que me ha lanzado su propia y discutible tesis sobre el desastroso comportamiento de Pablo Iglesias en la no investidura de Pedro Sánchez: los celos políticos, su encubierto machismo. ¿Por qué cuando él se aparta de un posible gobierno, el presidente en funciones pone su dedo sobre Irene Montero, la cajera de supermercado, la señora marquesa de la tinaja? Respuesta: porque conociendo al marqués, al macho alfa, el tarzán de la izquierdorra, el narciso, soberbio Pablo, los socialistas suponían que le resultaría insufrible, intolerable, el protagonismo de la que había sustituido por Tania, rescatado del anonimato, la mujer que había elevado a favorita y con la que había procreado... ¿Esa “compañera te doy que no sierva”, iba a ser vicepresidenta del Gobierno, quitarle el feroz protagonismo que acapara, tener coche oficial y pisar las alfombras de la Moncloa antes que él? Insufrible para el ego del tamaño de una ballena que administra el vanidoso Pablo. Así que, oferta rechazada y a hacer puñetas la investidura, ¡con cuatro carteras en cuatro años y asiendo al presidente por sus turmas!

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- O sea, que tenía razón Mariló Montero, entonces periodista de TVE, cuando afirmó que Iglesias “es un hombre oscuro, no es el estandarte del 15M, ni el prototipo del macho ibérico. El macho ibérico defiende y protege a la mujer, yo no me veo para nada defendida por su discurso”.

- Y tanto, fíjate que él comentó, ¡si será machista indecente!, maltratador en potencia, que “la azotaría hasta que sangrase”. Quisiera dejar a la Montero — ojo, la ex de Carlos Herrera, no la que luego emparejó—, hecha un ecce homo, pobriña. A Tania la de Rivas Vaciamadrid se limitó a darle la patada de Charlot, para que supiera la diferencia, lo que es ser la señora de Ceaucescu, la favorita, la Evita de Perón, la Rosario Murillo de Daniel Ortega, o una oscura diputada que se sienta en el gallinero del Congreso.

Ahí lo dejo.

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