Bienestar animal

Lunes, 21 de febrero 2022, 04:00

Hemos tardado mucho pero por fin alguien ha tenido la luminosa idea de pensar en los “seres sintientes”. Alguien se ha dado cuenta de la ... necesidad prioritaria de una ley para el bienestar animal. No sé si serán los mismos que planean condenar a quienes proponen alternativas al aborto, pues consideran que quien plantee la posibilidad de ayuda a las personas que decidan abortar son coaccionadores y eso hay que condenarlo. ¡Madre mía qué mundo! Qué facilidad para liar la madeja y enredar cuando hay tanto que desenredar. Cada vez hay más suicidios, carecemos de profesionales y de medios para poner punto final a semejante drama y resulta que ahora es el perro el que tiene que acudir al psicólogo a revisiones periódicas, además ha de ser catalogado con un “estudio de sociabilidad individualizado” para decidir si es o no un perro PPP, es decir perro potencialmente peligroso.

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A lo mejor tienen suerte y la consulta es más rápida que para los humanos. Tendrán los equinos y los canes una serie de prebendas, bien para la edad de inicio al mundo laboral o bien para la jubilación entre otras. Me parece una genialidad. Lástima que con mi padre, que se pasó la vida entera en la mar, desde aquí mi recuerdo entrañable y mi solidaridad con las familias de los pescadores fallecidos en Terranova, no tuvieran tanta consideración en su jubilación ni en la conciliación de la vida familiar y laboral como pretende dársele ahora a perros, caballos y animales varios. Aquí hay que incluir al pulpo que, por ser considerado inteligente, se le podrá aceptar como animal de compañía pero no criarlo en cautividad, pobres pulpeiras galegas.

Todo lo que sea mejorar me parece genial, pero al pan pan y al vino vino. Un perro es un perro y un humano un humano, bien es verdad que, como decía un viejo profesor, “a algunos humanos les hizo Dios mil favores levantándoles las patas de delante”. Ciertamente suena mal pero en estos tiempos que corren da que pensar. Por cierto en el trágico naufragio del “Villa de Pitanxo” muchos de los marineros eran migrantes. De esos que nos quitan los trabajos, dicho sea de paso, muchos de esos trabajos que nadie quiere y se pagan miserablemente. Migrantes de esos que cuidan de nuestros mayores y los acompañan como lazarillos, migrantes que se ocupan de la educación y cuidado de muchos niños en este país porque sus padres están ocupados trabajando. Migrantes de esos que se les contrata sin contrato para las tareas del hogar, migrantes de raza humana y verdaderos seres sintientes. Un aplauso para la ley del bienestar animal, aunque me produce perplejidad, pero una llamada de atención para la ley de la dignidad del ser humano en todos los momentos de su vida, independientemente de su origen y condición social.

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