Año de bienes

“Año de nieves, año de bienes”, reza el refrán. Pues vamos listos con un invierno primaveral. Sentado frente a mi ordenador, mirando por la ... ventana de mi espacio habitual de trabajo, hago un esfuerzo por visualizar en positivo 2023. Mi intención es trasladar buenos augurios, pero tengo que reconocer que me está costando. Vivimos los primeros días de este nuevo año, momento para proponernos esos retos que nos carguen de aire fresco convertido en motivación suficiente para llegar a la nueva Nochevieja, en apenas un año. Intenciones renovadas y proyectos por comenzar. ¿Cómo, si no, arrancar el año recién estrenado?

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Prometo que mi carácter es de natural optimista. Hay quien vende pesimismo a modo de marketing personal. No es mi caso. Por más que la mayoría de noticias no sean de lo más agradable, trato de analizar la situación y ver el lado positivo de las cosas. Creo que el hecho de que este sea un año multielectoral me provoca este bajón postcampanadas. Mientras Sánchez lanza otra batería de ayudas que me siguen haciendo pensar que el futuro aun puede empeorar, solo hay que hacer cuentas e imaginar qué ocurrirá cuando se acaben los fondos europeos y veamos la realidad o el fondo del barranco, el PP se debate en nuestra ciudad entre congresos y candidatos, justo cuando más falta hace que no se rompa el centro derecha tras la demolición anunciada de Ciudadanos: bien hace Mañueco en ponerse la capa, como en la ofrenda floral homenaje a Unamuno, porque le auguro tiempos de frío y hiel, junto a sus amigos de legislatura que no cesarán de darle tormento. Uno piensa en coger fuerzas para lanzarse al nuevo año como esos cochecitos de los niños que, con un poco de cuerda, cruzan el salón aun con el árbol y las luces navideñas encendidas y aparecen en el imaginario los meses de promesas que se convertirán en mentiras, de gastos multiplicados por la subida anunciada de los carburantes, de los alimentos, por más que nos hagan ahora la gracia del IVA, que nos quitan de la gasolina, propio de buen trilero; la guerra que no cesa entre nuestros dirigentes, que no hace falta apelar a Putin, aunque este sátrapa haya venido a rematar a la eurozona... Total, que las buenas intenciones de mi optimismo natural se vienen un poco abajo. Eso sí, mañana saldrá el sol.

Espero que los políticos de nuestra ciudad hagan caso a los más mayores y piensen en los jóvenes. Eso les haría tomar medidas de buen gobierno, sanas y eficaces. Salamanca, lo digo siempre, es una ciudad que debería generar trabajo, atrayendo a empresas que podrían instalarse aquí a poco que se les allanara el camino. Igual, dejar de mirarse hacia dentro, cambiar las cortas por las largas o tener visión de águila, llevaría a quienes nos dirigen hacia un futuro mejor, al que estaríamos encantados de acompañarles.

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