Altura de miras

Sábado, 31 de agosto 2019, 05:00

Lo cual que escuché a Pedro Sánchez pedir a la oposición “responsabilidad, generosidad y altura de miras” (¡¡), y me quedé pasmao. Primero me pregunté, ¿ ... pero sabe este insensato lo que son, cuanto significan tan sublimes virtudes?. E inmediatamente me dije, yo he oído esa petición de otros labios. Haciendo girar mi disco duro –lo único que aún me funciona–, me vino el barrunto y me fui a 1975, calentito el cadáver de Franco, al primer mensaje a la nación del Rey Juan Carlos, y equilicuá, allí estaba: ...“os convoco porque a todos nos incumbe por igual el deber de servir a España. Que todos entiendan con generosidad y altura de miras que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional”. No sé quién sería el negro del discurso, pero supongo que el Rey Emérito, al escuchar a Sánchez desde su habitación de la Clínica cardiológica saltaría, incrédulo y como buen campechano, ¡pero coño!...A algún viejo falangista le recordaría “la mirada clara, lejos/ y la frente levantada...” del Montañas Nevadas. A mi, a estas alturas –nunca mejor empleado–, me parece sencillamente una desvergüenza.

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¿Donde el “efectivo consenso de concordia nacional”? Fue en 1978, con Suarez, Felipe, Carrillo, Fraga... ¿Hoy? El campeón de la discordia, míster no, dejarme solo, con su escuálida mayoría parlamentaria, el trilero Sánchez, pidiendo a derecha e izquierda el voto a favor o la abstención –incondicionales–, para seguir en Moncloa. Es de aurora boreal. Quien carece de responsabilidad, exigiéndosela a los demás; quien no da políticamente ni los buenos días, conminando a derecha e izquierda para que sean generosos, una limosnita por favor; el que carece de altura, no ya para jugar de pivot al baloncesto, sino de talla profesional –plagiario–, y desde luego política –ahí tiene la alzada de un burro manchego–, implorando a Iglesias, Casado, Rivera...altura de miras, o sea, que miren parriba, ¿a su trono de Moncloa?, como si por no apoyarle estuvieran mirando pabajo, a los modestos escaños de los diputados culiparlantes.

Pero Sánchez, que pide tanto, ¿que da? Bajezas a derecha e izquierda. Mientras reviste su precampaña electoral de reuniones con numerosos colectivos –menos el del pandero cuadrado de Peñaparda–, ningunea a Pablo Iglesias, denigra a Unidas Podemos, y sigue la vieja costumbre socialista de satanizar a la derecha, lanzando sus consignas de gabinete monclovita y a sus medios afines contra el PP, Ciudadanos y no digamos contra VOX. O sea, que alterna la leña con las invitaciones a la sumisión. De paso orilla al Rey ¡que así no puede volver a encargarle que forme gobierno! Y mientras, prepara desde su sobado poder y el BOE, su triunfal 10 de noviembre.

El presidente en funciones no exige tan generosas actitudes con humildad, sino con la soberbia y chulería usuales. Las volvió a exhibir ayer, con gestos inequívocos, en la cabecera del banco azul, cuchicheando en complicidad con la vicepresidenta, esa otra maldición que nos ha caído. La Sra. Calvo, cuando le pidieron que hiciera anticipos a cuenta para las asfixiadas Comunidades Autónomas, replicó con descaro, “que se abstengan” (dando a entender que en tal caso rompería el informe exigido a la actualmente dócil Abogacía del Estado, que aconseja no anticipar fondos). En la nuestra son 440 millones y el presidente Mañueco ha exigido la convocatoria del órgano estatal competente. La respuesta la misma, es decir, si prometen abstención gratuita en el próximo intento de investidura. De chantaje lo ha calificado con crudeza y acierto el vicepresidente Igea.

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En suma, quien busca la investidura no tiene altura de miras, tiene altanería, altivez, el vuelo político de una gallinácea, no el de un cóndor. El repta como la serpiente del escudo de Méjico, pero allí la atrapan las garras de un águila. Queriendo pescar votos ajenos, practica la pesca de bajura, de litoral, no de mar abierto, de altura moral. Intentando escalar la Sierra, se queda atollado en “el bardal de Judas” (buen compañero), sin hacer cumbre en la Peña de Francia, la cima, donde decía Unamuno que se iluminan todos los rincones del alma. Lo sostuvo Hegel, aquel filosofo del idealismo alemán del XIX. Mantenía que el hombre había perdido la costumbre de mirar a lo alto, a las estrellas, y solamente miraba y vivía en el suelo, como los gusanos.

¿Altura moral? Cuando hablamos de Sánchez, lo hacemos de un Tenorio de pacotilla, gallardo y altanero. Como el salmantino Félix de Montemar, “segundo don Juan Tenorio / alma fiera e insolente/ ...altanero y reñidor”. Me gustaría ser Don Quijote para aconsejarle a Sánchez, lo que aquel decía a Sancho: “Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala”.

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