Derechazo de Marco Pérez al sobrero de Castillejo. TAUROEMOCIÓN

Del maestro al discípulo, en una brillante lección en La Flecha

Diego Urdiales y Marco Pérez firman las cimas de un festival en el que brilló una espléndida novillada de Castillejo de Huebra

Sábado, 24 de febrero 2024, 20:56

La Ficha

  • VALLADOLID VII edición del festival taurino a favor de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Valladolid. Lleno de «No hay billetes».

  • GANADERÍA 6 novillos de Castillejo de Huebra, noble pero rajado el 1º; de buen juego el noble 2º; encastado y poderoso el bravo 3º, Tapapiés, n54, que fue premiado con la vuelta al ruedo; deslucido y rajado el 4º; encastado el 5º; y noble el sobrero 6º.

  • DIESTROS

  • Lea Vicens Ovación tras aviso.

  • Cayetano Dos orejas.

  • Diego Urdiales Dos orejas.

  • Manuel Escribano Dos orejas.

  • Fernando Adrián Ovación tras aviso.

  • Marco Pérez Dos orejas tras aviso.

Ninguno de los dobles trofeos tuvo igual valor. Ni la autoridad, pureza y contundencia de Urdiales, ni el tesón de Escribano, ni la voluntad de Cayetano, tampoco la arrebatadora pasión del novísimo Marco Pérez... todo ante una interesante, variada y gran novillada de Castillejo de Huebra.

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Lea Vicens no se lanzó ni aprovechó al primero antes de que este se rajara. Piadoso se entregó con codicia y sin reservas cuando encontró poder, temple y mando en la muleta de Cayetano, que no acertó siempre a darle esa comprometida receta en una labor liviana en la que el calor llegó con los efectos de cara a la galería más que en el toreo fundamental. Lo mejor fue la rectitud con la que se tiró a matar.

Exigente y poderoso tuvo que ser el saludo capotero de Urdiales para aliviar el geniudo comportamiento que mostró de salida Tapapiés y aplicó el mismo argumento en un sabroso inicio de faena con ayudados por bajo para ratificar su autoridad, que mantuvo después en una faena de soberbio mando y apasionado arrebato que encontró y sirvió para hacer brotar el fondo de la emotividad de un astado que sacó lo bueno que escondía. Faena poderosa, artista y valiente, en un vibrante duelo que explotó a lo grande por la apuesta y la entrega de ambas partes. Tuvo Urdiales con la tizona la misma contundencia que con capote y muleta en una obra auténtica y de categoría.

Ninguna de esas virtudes tuvo el cuarto que, aunque aguantó un buen saludo y un vibrante tercio de banderillas de Escribano, renunció nada más arrancar la faena, defendiéndose y buscando el refugio de las tablas. Ahí tiró de oficio y recursos para exprimir a un novillo con una desgana evidente. Escribano lo dio todo, pero Dormilón nunca se despertó de la siesta.

Aunque a Fernando Adrián no le dejen ser torero sigue reivindicándose con las armas del mejor toreo; bajo el asiento, el mando y la entrega ante un novillo encastado y emotivo que no permitió ni fallos ni dudas. Se atascó con la espada.

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Marco Pérez, ante el sobrero, el de más entidad del encierro, cuajó un espléndido saludo con el percal a la verónica; y quitó luego con desparpajo y airosas chicuelinas. Resultó portentoso el inicio de una faena que brindó a Urdiales y, luego, con temple y buen gusto, la redondeó un trasteo en el que al torete de Castillejo le costó siempre completar más allá de su medio viaje. Lo aprovechó muy bien Marco Pérez, embelesándolo a partir del valor, el gusto y la solvencia. Aguantó las miradas sin inmutarse y resolvió con gran autoridad. Todo lo que hizo tuvo grandeza.

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