Cuando la tuna te daba serenata

Protagonistas destacados en la centenaria imagen universitaria de Salamanca, la tuna ha sido también objetivo fotográfico en el último siglo y medio. Se tiene por cierto que la primera aparición pública de la Tuna Estudiantina, que así se llamó, tuvo lugar en el andén de la flamante estación de tren un 2 de marzo de 1889, con motivo de la multitudinaria bienvenida que la ciudad tributó al compositor Tomás Bretón, llegado de Madrid para recibir un homenaje de sus paisanos. Desde entonces, la tuna ha encarnado, como nadie la picaresca y las ganas de diversión trivializando lo necesario la solemnidad académica de las universidades y divulgando sus populares y conocidas canciones.

Ya lo avisa el diccionario de la RAE en la definición de «tunar»: «andar vagando en día libre». Y lo remata el Diccionario de Americanismos: «Ir a fiestas y beber en exceso, para divertirse» «Trasnochar, andar de un sitio a otro». Herederos de los sopistas, aquellos estudiantes cantores y con pocos recursos que vivían de la «sopa boba» que les daban en los conventos, alegraron a la vez que alborotaron la vida en la vieja y tranquila Salamanca. Ya en el siglo XX, la tuna salmantina alcanzaría gran relevancia llenando teatros y casinos en sus actuaciones e incluso grabaron un disco en Madrid. En la segunda mitad del siglo llegarían unos cuantos más.

Han rondado al papa Juan Pablo II, al entonces príncipe de Asturias, los príncipes del Japón, Diana de Gales, varios presidentes de Gobierno, premios Nobel, y personajes desde el escritor Torrente Ballester o la Duquesa de Alba más recientemente la actriz Elsa Pataky. Incluso protagonizaron una película en 2001, «Tuno negro», que pasó sin pena ni gloria. La animación y la alegría de los tunos no han faltado históricamente en los principales actos festivos vinculados a la Universidad en las últimas décadas. Una de estas citas fue el maratón de inauguraciones que protagonizó el dictador Francisco Franco en su visita de casi tres días Salamanca a primeros de mayo de 1954. En una agenda exprés, Franco inauguró el Colegio Mayor Fray Luis de León y allí le cantaron el coro del SEU y la tuna, que a la salida del acto le hizo pasillo «para rendir así el homenaje de los estudiantes al Jefe del Estado», según rezaba la crónica.

Enraizada ya en la vida cultural salmantina, al igual que sucedió con otras tantas ciudades universitarias, principalmente Santiago de Compostela, la tuna gozó de gran popularidad en los años 60 y 70 en pleno boom del turismo. En otro acontecimiento social, en 1982, la tuna amenizó la espera al público que se agolpaba en las inmediaciones de la calle Compañía para ver de cerca al papa Juan Pablo II, y tras los actos celebrados en la Universidad Pontificia y la solemne interpretación del himno «Gaudeamus Igitur», el pontífice escuchó a modo de despedida el «Triste y sola se queda Fonseca».

Como la ciudad de más honda raíz universitaria del país, Salamanca ha acogido varias cumbres nacionales de tunas, y hasta ligeramente internacionales. Como la celebrada en 1986, cuando en vísperas del Lunes de Aguas, cuarenta y cinco agrupaciones llegadas de todo el país protagonizaron la I Reunión de Tunas Universitarias, organizada por al Tuna Universitaria de Salamanca. Entre las curiosidades que trajo aquella cita, se recuerda la presencia de dos tunas holandesas formadas exclusivamente por mujeres, la «Estudiantina de Coimbra» y una tuna barcelonesa denominada «Los Cuarentones». Aquel encuentro histórico dio que hablar. Contaba la prensa de la época que «los estudiantes trasformados gritaron, se subieron a los árboles y a las vallas, se introdujeron en patios, asaltaron bares y cantaron sin parar».

Seguro que algún vecino del recinto histórico no disfrutó tanto. El 4 de abril tenía lugar en la Plaza Mayor la concentración de todas las tunas a las siete de la tarde. El ágora se quedó chica. Por si el desmadre fuera poco, al día siguiente, y en un día de tiempo desapacible tuvo lugar el bautismo de novatos. Las imágenes de los tiernos aspirantes a tunos , en calzoncillos, mojándose en la fuente de la plaza de la Constitución fue de lo más comentado esos días. También dieron que hablar las holandesas atreviéndose con «Clavelitos» y el enorme cocido de despedida que los tunos asistentes -en torno al millar- se metieron entre pecho y espalda en la plaza de Anaya.

Su imagen nos evocan «hits» eternos como «Clavelitos», «Yo te daré» o «La compostelana». Siempre vistieron de riguroso negro, pero ya para entonces las cintas de las capas salían en color en las fotos. En 1994 nacía la Tuna Femenina, emancipándose de la tuna mixta del Instituto Fray Luis del León. Después se les unirían integrantes de otras Facultades. Hoy, tras la estela de la Tuna Universitaria, que cuenta con unos 90 integrantes aunque solo unos 25 activos, otras agrupaciones mantienen la tradición en Salamanca, como las Tunas de Derecho, de Medicina y la de la Universidad Pontificia. Ahora la Junta de Castilla y León tramita su declaración como Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial. Que la tuna nos ronde por muchos años.

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