El temible 'velociraptor' salmantino que reinaba en el Tormes
Ningún ser vivo podía estar seguro ante la presencia de aquel temible cocodrilo corredor. Ya no había dinosaurios hace 45 millones de años, pero fue el gran depredador en la parte de la Península emergida, con clima subtropical, que correspondería hoy a Salamanca. Así era el Iberosuchus
Hubo un tiempo hace muchos, muchos años, 450.000 siglos -sí, siglos- nada menos, que el territorio hoy conocido como Salamanca se encuadraba en una zona climática que hoy consideraríamos tropical, con temperaturas más altas que las actuales, y en la que el rey de la selva a orillas de Tormes era un cocodrilo corredor de poderosas patas y afilados dientes: el Iberosuchus.
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La nueva entrega de «Parque Jurásico» ha reavivado la fiebre por los tremendos animales prehistóricos hoy extintos. 'Jurassic World: El renacer' , uno de los grandes taquillazos del verano en los cines de España, sumó en todo el mundo 295 millones de euros en el primer fin de semana de julio tras su estreno, el equivalente al presupuesto de la Universidad de Salamanca. Vuelve a ser tiempo de dinosaurios... y de sus descendientes.
Se vana cumplir sesenta años desde que el equipo del profesor Emiliano Jiménez emprendió en cabrerizos y Aldealengua las primeras excavaciones para conocer, en la medida de lo posible, las especies animales que habitaron este territorio en su pasado más remoto. Desde 1966 hasta 1992, los investigadores buscaron afanosamente restos en las provincias de Salamanca, Zamora y Soria, donde afloran las rocas más antiguas del Cenozoico de la Cuenca del Duero con vestigios de faunas fósiles subtropicales.
Investigación
Localización de los principales yacimientos paleontológicos en la Cuenca del Duero. USAL
Los valiosos hallazgos recogidos en casi tres décadas de excavaciones alumbraron en 1988 la exposición de la Sala de las Tortugas, verdadero templo de la Paleontología que muestra en la Facultad de Ciencias una valiosa colección de vertebrados, fundamentalmente tortugas, cocodrilos, peces y mamíferos que habitaron la Cuenca del Duero en el Eoceno, época geológica de la Tierra comprendida en la Era Cenozoica que que transcurrió entre hace 56 y 34 millones de años.
El protagonista
Hace apenas tres semanas que la Universidad anunciaba el formidable hallazgo logrado en nuevo punto fosilífero en la provincia de Zamora, donde científicos del Departamento de Geología del Estudio salmantino en colaboración con investigadores del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED hallaron el esqueleto más completo de Europa del Iberosuchus, el cocodrilo terrestre del Eoceno que reinó como el gran depredador del territorio que hoy conocemos como Salamanca.
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Con una longitud de 3,5 a 4 metros desde el hocico a la cola, estos cocodrilos corredores se movían con rapidez y podían alcanzar los 30 km / hora. Contaban con dientes aserrados que eran auténticos puñales y su mordedura era la más fuerte de su época. A diferencia de sus primos acuáticos, no tenía los ojos en la parte superior de la cabeza sino a los lados. El análisis de los restos hallados, en particular de un fémur, muestra que se movía en posición erguida y podía medir en torno a 1,20 o 1,30 m. de altura.
100 millones
El Iberosuchus es el ultimo de los descendientes de los cocodrilos terrestres que aparecieron en el Cretácico hace 100 millones de años en América del Sur antes de de su separación de África. De Namibia llegaron a la Península Ibérica y después hasta el sur de Francia. Se extinguieron hace 30 millones de años.
Según describió Emiliano Jiménez a la vista de las investigaciones de los restos hallados, el Iberosuchus debía cazar mamíferos agazapado en la floresta, esperando a que su presa se acercase a la distancia oportuna. Tras una rápida y corta carrera sobre sus patas traseras, saltaba sobre su presa clavándole sus dientes y garras. Y si el objetivo se escapaba, su baba debía de tener un componente infeccioso o anticoagulante que causaba que su víctima se desangrase al huir. Eran también capaces de atrapar con sus zarpas a las tortugas que holgazaneaban al sol en las riberas del río:algunos caparazones hallados muestran huellas de sus mordiscos.
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Un primer vistazo a las recreaciones que se han dibujado de este feroz animal podría recordar a la imagen que las películas basada en la novela de Michael Crichton han extendido del velociraptor. Este popular dinosaurio, que vivió 40 millones de años antes, era sin embargo -y pese a las recreaciones animadas que de él se han hecho en el cine- mucho más pequeño, la mitad del tamaño que tenía el cocodrilo salmantino. Lo cierto es que el equipo de Spielberg y los continuadores de la saga Jurassic Parc se inspiraron en su pariente más grande, Deinonychus, al que algunos científicos por entonces llamaban Velociraptor antirrhopus.
En una época en la que aún no habían aparecido los mamíferos carnívoros, el Iberosuchus es considerado el mayor depredador de la época, el rey de la selva tropical que entonces era Salamanca. El primer ejemplar fue descrito en 1975 en Portugal (iberosuchus macrodon). Se han encontado restos en Aragón y el sur de Francia, pero las excavaciones iniciadas por Emiliano Jiménez y su equipo descubrieron en los yacimientos de Aldealengua y Sanzoles-El Viso (Zamora) los que son hoy en día los dos cráneos de Iberosuchus más completos que se conservan en el mundo, y que pueden verse en la Sala de las Tortugas de la Facultad de Ciencias de la Universidad.
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El último paso
El último hallazgo excepcional en la provincia de Zamora permitió dar un paso mas en el conocimiento de este cocodrilo terrestre, en lo que suponía la primera campaña paleontológica realizada en más de 30 años en los yacimientos de vertebrados del Eoceno de la cuenca del Duero y la reactivación de las investigaciones asociadas a la Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca, cuatro años después del fallecimiento de su gran impulsor, Emiliano Jiménez.
El nuevo yacimiento zamorano, que se suma a los once investigados en las sucesivas campañas desde 1966 a 1992, aporta nueva información anatómica sobre la armadura dérmica que recubría a este animal y sobre su esqueleto apendicular, los huesos largos y otros elementos del pie. Como reptiles de sangre fría, las placas óseas -osteodermos- que recorrían se cuerpo les permitía regular su temperatura. Como apuntó el investigador de la UNED Francisco Ortega, los hallazgos resultan inesperados porque «el ejemplar excavado es el esqueleto postcraneal más completo del registro fósil de un cocodrilo de estas características, que son muy escasos en Europa».
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En cuanto a la reactivación de los trabajos paleontológicos en la cuenca del Duero, Santiago Martín de Jesús, comisario científico de la actual exposición de la Sala de las Tortugas y participante en las excavaciones, mostraba recientemente su satisfacción por «retomar las actuaciones paleontológicas que permitirán recuperar un patrimonio científico que merece que le prestemos más atención».
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