Carmen Calleja, Javier López y Silvia Pelayo, en un momento de la representación 'Columpios Descalzos. Una panorámica del suicidio', de Turneo Teatro. DIEGO CONESA
ENTREVISTA

«Cuando un superviviente de suicidio nos da las gracias tras la función, sabemos que ha valido la pena»

'Columpios Descalzos', de la compañía Turneo Teatro, llega este sábado, 20 de septiembre, al Teatro Liceo. La directora, coautora y actriz Carmen Calleja: «Hablamos de esta problemática desde la escena para sembrar esperanza y abordar los tabúes en torno a ella»

Celia Luis

Salamanca

Viernes, 19 de septiembre 2025, 06:00

'Columpios Descalzos. Una panorámica del suicidio' de la compañía teatral Turneo Teatro llega este sábado, 20 de septiembre, al Teatro Liceo de Salamanca. Con esta representación, el grupo teatral rinde homenaje en su tierra a los supervivientes de esta realidad. El montaje, con el que llevan dos años de gira y que ya ha alcanzado a más de 5.000 espectadores en toda España, ofrece al público un acercamiento documental y poético a una problemática social y sanitaria de gran magnitud: en 2023, el suicidio provocó 4.116 muertes en España, afectando de manera creciente a jóvenes de entre 15 y 29 años. En el caso de Castilla y León, la comunidad se situó en 2023 como la séptima con más suicidios a nivel nacional, y Salamanca fue la cuarta provincia más afectada de la región.

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La obra reúne testimonios de supervivientes, familiares, profesionales y personas afectadas, visibilizando temas como el bullying, la estigmatización de la enfermedad mental, la soledad y la importancia de la salud emocional. Dirigida y adaptada por la salmantina Carmen Calleja a partir del texto original de Verónica Jiménez, 'Columpios Descalzos' plantea en el escenario una «fiesta ácida» que combina lo documental y lo poético en un canto a la vida. Junto a Calleja, y con la codirección de Luis Rodríguez, completan el elenco Silvia Pelayo y Javier López. «Desde Turneo Teatro creemos en el teatro como una gran herramienta para abordar la realidad del suicidio, eliminando los tabúes y falsos mitos que existen en nuestra sociedad en torno a él», manifiesta Calleja.

¿Cómo nace 'Columpios Descalzos'? ¿Qué le ha llevado a dirigir una obra centrada en la prevención del suicidio?

—'Columpios Descalzos' nace hace ya tres años en Sevilla, dentro de un proyecto apoyado por el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS). La dramaturga Verónica Jiménez nos reunió a un grupo de artistas para investigar durante un mes con testimonios y materiales, y estrenamos allí. Con el tiempo, Luis y yo decidimos retomar el proyecto con un nuevo equipo. Lo que nos ha hecho continuar hasta hoy es que seguimos aprendiendo, seguimos siendo reclamados y nosotros mismos reclamamos un espacio en la cultura para hablar del suicidio y ayudar a prevenir esta problemática.

¿Cómo han trasladado un tema tan delicado al lenguaje teatral?

—Fue una de las grandes dificultades. Verónica trajo textos basados en testimonios de supervivientes del suicidio: personas que lo habían pensado, quienes habían perdido a un familiar o habían presenciado un caso. Había monólogos muy potentes, como el de Javier López sobre un hombre que ve a un compañero de trabajo suicidarse. Todo eso había que llevarlo al escenario con voz y respeto, pero también queríamos dar esperanza. Aparecieron escenas más ligeras, como una parodia de 'Mr. Wonderful' o la figura del periodista y del experto. Incorporamos datos, símbolos como el color amarillo por la historia de Mike Emme, y terminamos con un poema de Miguel Hernández, sembrando una semilla de vida.

Llevan ya dos años de gira. ¿Qué han descubierto en este camino?

—En 2023 empezamos con un nuevo equipo y en 2024 recorrimos Castilla y León gracias a la Junta. Fuimos a las nueve provincias, incluso a Salamanca, al instituto Lucía de Medrano. Al principio temíamos que la duración (una hora y cuarto) fuese demasiado para adolescentes, pero lo recibieron muy bien. Los coloquios posteriores se alargaban porque querían hablar y compartir experiencias. Eso nos mostró que existe un reclamo de escucha real.

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¿Cómo ha sido la respuesta del público?

—Siempre se abre un diálogo, mucho más de lo que imaginábamos. Nunca olvidaré aquel estreno en Burgos cuando un chico levantó la mano y dijo: «Soy superviviente de suicidio, mi madre se suicidó, y os quiero dar las gracias». También se nos han acercado adolescentes a pedirnos que sigamos con la obra, que invitemos a sus familias. No esperas algo tan directo y agradecido en teatro, y te emociona profundamente.

El suicidio causó más de 4.000 muertes en España en 2023. ¿Qué papel puede jugar el teatro en esta lucha?

—El teatro tiene un privilegio: apagar las luces, centrar la atención, y obligar al espectador que decide quedarse a escuchar. Una hora y cuarto en la que proyectamos datos como que cada dos horas alguien se suicida en España. Eso impacta mucho. Nuestra misión como compañía no es la grandilocuencia, sino ser un granito de arena: dar información, acompañar testimonios, colaborar con instituciones y sumar a la prevención desde la cultura.

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Y en Castilla y León han trabajado incluso con la Consejería Educación para llevar la obra a adolescentes. ¿Cómo reaccionaron los alumnos y qué aportó esta experiencia al proyecto?

—Era un riesgo: adolescentes en una obra larga sobre suicidio, y además muchos nunca habían ido al teatro. Pero la entendieron perfectamente, participaron y nos lo agradecieron. El suicidio es la primera causa de muerte en menores de 29 años, algunos incluso por debajo de los 15. Hay reclamo y si les afecta a ellos, también tienen derecho a hablarlo y a que se les ofrezcan herramientas de prevención.

El montaje aborda temas como el bullying, la enfermedad mental o la soledad. ¿Cómo ha sido representarlos en escena?

—Duro, pero necesario. Reunimos testimonios para construir personajes que abarcan realidades muy distintas: desde jóvenes víctimas de acoso hasta una médica que se quita la vida o un anciano en soledad. Al final siempre hay una voz con la que el espectador conecta. En los ensayos aprendimos a cuidarnos mucho como equipo: parar, hablar, abrazarnos. Hablar de suicidio también requiere cuidarse.

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Presentan la obra en el Teatro Liceo de Salamanca, su ciudad. ¿Qué significa para usted?

—Es muy especial. De pequeños íbamos a ese teatro de la mano del cole, y ahora volvemos como creadores. Luis, Javier y yo somos de aquí. Presentar esta obra en Salamanca es un reto emocional y también motivo de orgullo: queremos que se vea que hay jóvenes salmantinos haciendo cultura profesional de calidad.

¿Siente que en España aún falta camino en prevención del suicidio?

—Sí. Lo reclaman asociaciones y profesionales. Se ha avanzado con el teléfono 024—línea de atención a la conducta suicida—, pero necesitamos un plan estratégico nacional, medidas de prevención sólidas y actualizar los datos con mayor frecuencia. Lo positivo es que ya se empieza a hablar del suicidio sin tabú y se entiende que hablar de ello de manera segura ayuda a prevenirlo. Eso es esperanzador.

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¿Con qué mensaje le gustaría que el público salga del Teatro Liceo?

—Con la sensación de que en Salamanca se hace cultura valiosa y, sobre todo, con la convicción de que el suicidio es un problema social, no individual. Que se puede hablar de ello, generar debates, eliminar tabúes, creencias erróneas, falsos mitos y abrazar la vida. Si alguien sale con ganas de compartir y reflexionar, habremos cumplido nuestro objetivo.

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