Canal con agua del manantial que brota en la cripta de la Purísima. ALMEIDA

El secreto mejor guardado: un manantial del siglo XVII oculto bajo la Purísima

Esta iglesia-pinacoteca mantiene una corriente de agua cristalina bajo su cripta, que otorga al templo una frescura en verano sin igual, de tal forma que el visitante puede disfrutar de su fantástica colección de arte traída antaño desde Italia

Sergio García

Salamanca

Domingo, 27 de julio 2025, 11:41

En pleno corazón de Salamanca, frente al Palacio de Monterrey, se alza una de las joyas más valiosas del patrimonio salmantino: la iglesia de la Purísima. Este templo del siglo XVII es uno de los espacios más singulares y sorprendentes de la ciudad, tanto por su frescura arquitectónica como por la riqueza artística que alberga en su interior.

Publicidad

La iglesia de la Purísima fue construida por orden de Manuel de Zúñiga y Fonseca, VI conde de Monterrey, virrey de Nápoles, como cumplimiento de una promesa tras sobrevivir a una grave enfermedad — no a una erupción del Vesubio, como a veces se cree—. Como agradecimiento, decidió levantar un templo al estilo napolitano, rico en materiales y obras de arte.

Para la construcción se trajeron catorce tipos distintos de mármol desde diversas canteras italianas, y también se transportaron valiosas pinturas y esculturas desde Nápoles, entre las que destacan la Inmaculada Concepción de José de Ribera, «El Españoleto»; San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña, atribuido a Guido Reni; así como representaciones de San José con el Niño Jesús, San Juan Bautista, San Agustín, La Anunciación, San Nicolás de Tolentino, La Virgen del Rosario y La Crucifixión.

Esculturas funerarias

Además, el conjunto artístico incluye las esculturas funerarias del conde de Monterrey y su esposa, también realizadas en mármol. El transporte de estos materiales se realizó desde el puerto de Nápoles hasta Cartagena, y desde allí hasta Salamanca, utilizando cerca de 200 parejas de bueyes, una hazaña logística notable para la época.

Pero más allá del arte, la Purísima alberga un manantial subterránea en su interior. Este fenómeno se remonta al momento mismo de su construcción, en el siglo XVII. Según relata el párroco Antonio Matilla, al comenzar a excavar los cimientos del templo, por encargo del conde de Monterrey, los obreros perforaron accidentalmente la capa freática del terreno, lo que provocó la aparición de una corriente natural de agua que todavía hoy sigue brotando bajo el templo.

Publicidad

«La Purísima tiene una característica muy buena en verano y muy peligrosa en invierno. Porque tiene una humedad grande; en verano es magnífica y en invierno es peligrosa», comenta Matilla. La presencia constante de agua ha influido no solo en el ambiente interior del templo, sino también en su historia. Debido a la humedad, no se pudo enterrar a la familia del conde de Monterrey en la cripta de la iglesia. Por eso se encuentran sepultados en la sala capitular del anexo convento de las Agustinas, que se localiza encima del nivel freático, por encima del agua. «Y ahora es lo que tenemos, un lugar muy fresco, muy húmedo, incluso con una bomba que va expulsando el agua a medida que va entrando», explica Antonio Matilla.

«Lo que más llama la atención es la diferencia de temperatura del interior y del exterior. Pero, una vez que te habitúas al frío o al calor, después te das cuenta que estás en una fantástica pinacoteca. O sea, que estás rodeado de arte por todas partes», menciona el párroco. Otro factor que también influye en la gran diferencia de temperatura es la luz natural que hay en verano y la luz artificial del invierno.

Publicidad

El párroco transmite un mensaje a quienes descubren el templo no por fe, sino por casualidad o buscando simplemente un lugar con sombra: «Que se lo tomen con calma y que dejen que la belleza que contiene el templo profundice en su interior».

Antonio Matilla, párroco de la Iglesia de la Purísima, ha dedicado muchos años de su vida a la enseñanza y a la formación espiritual, tanto en el ámbito pastoral como académico. «Soy un niño de barrio y un cura de pueblo, y ahora estoy, entre comillas, condenado a pisar piedra», comenta aludiendo a su preferencia por la naturaleza y el entorno rural. Sin embargo, reconoce que la ciudad también tiene su valor: «La ciudad es naturaleza transformada. Y eso es precisamente lo que tenemos aquí en la Purísima».

Publicidad

Horario de visitas: De 17:00 a 20:00 horas de lunes a viernes. De 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas los sábados y domingos. Una de las sacristianas de la iglesia ofrece expliacionesdel adiccionales del templo.

Horario de misas en verano: A las 19:00 horas de lunes a viernes. Domingos a las 12:00 horas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad