«Salamanca está olvidada para el cuadrante industrial del país, pero es vital en Europa»
«Podríamos paralizar otra vez el país, si quieren encender la mecha enseguida salimos»
Con el sector en un momento complicado, el presidente del Comité Nacional de Transporte por Carretera da las claves para abordar su futuro.
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¿Cuál es la situación actual del sector?
El sector vive un momento de incertidumbre en este momento. Hay cambios legislativos en cuanto a tipología de camión que debemos comprar, posibles cambios en cuanto a masas y dimensiones en el sector, estamos reclamando ayudas al combustible que acaban el 30 de junio y a estas alturas aún no tenemos noticias de qué pasará, falta personal… hay una serie de cuestiones que generan incertidumbre. A esto se le suma una cierta bajada de la demanda de transporte. Es lo mismo que en otros sectores, pero aquí los márgenes son más cortitos y eso es una amenaza para la actividad.
El tema del carburante va más allá del transporte de mercancías…
Claro que sí. La amenaza de la OPEP con la subida del precio, la guerra sigue en Ucrania y hay una gran incertidumbre. Ahora empiezan las vacaciones y aquel que pueda salir estará mirando a ver dónde tiene que repostar para que le salga más barato, con lo cual te quiero decir que es un tema para toda la población, lo que pasa es que quizás para nosotros cuando un camión gasta 30 o 35 litros a los 100 kilómetros nos pesa más en la cuenta de explotación.
¿Cómo les afecta esta fluctuación del precio?
En nuestra cuenta de coste supone entre el 30 y el 40 por ciento dependiendo del precio del combustible. Si a esto le sumamos el vehículo y el personal ya tenemos la cuenta de resultados completa.
¿Y la inflación?
Supone que sube el precio del camión, de los neumáticos o del seguro. Influye todo y lo que reclamamos es no trabajar a pérdidas. Los clientes deben ser conscientes de que hay que acompasar ese incremento de costes a nuestra tarifa. Nos tienen que entender, aunque ellos dirán que no pueden subir del refresco o de la lavadora, pero de alguna manera el que está dando servicio también tiene que ganar dinero.
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¿Baja la demanda del transporte?
El sector del frigorífico, de la fresa o de la fruta, está fastidiado. Muchas empresas de frigoríficos con la reforma laboral y con esas cosas de los fijos discontinuos, pues no saben qué hacer con los conductores. Estamos en un momento crítico. Si nos vamos al levante, ya parece que están remontando todas las azulajeras, como sus hornos eran de gas natural, pararon. La industria del metal ha parado mucho su actividad. La entrada de barcos al sector marítimo está viendo reducir sus frentes. Es decir, todo eso influye. Al final, en este país, el 95% de la actividad va por camión. Si el consumo baja, pues los camiones se mueven menos, evidentemente.
Salamanca está en un punto estratégico importante, ¿cómo nos ven desde fuera?
No hay gran industria pero tenéis una gran ventaja. Estáis lindante con Portugal, estáis en una zona de paso importante en ese tráfico en Portugal. Se están haciendo actuaciones para crear nodos logísticos, que son vitales. Con la falta de conductores, el camión se ha de subir al tren. En eso es lo que tenemos que invertir. Pero el tren funcionará cuando el camión se suba al tren, no cuando la mercancía se suba al tren. Para el resto del cuadrante industrial, País Vasco, Levante o Madrid estáis olvidados, pero sois vitales en ese tránsito entre Europa y Portugal.
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¿Pueden volver a paralizar el país?
Podría volver a pasar, porque también son momentos en los que se generan o se suman una serie de cuestiones difíciles como la falta de trabajo o una situación económica de las empresas muy delicada. Y eso, pues si se quiere encender la mecha, enseguida salimos todos a la calle.
¿Qué sucede para que no haya conductores?
Hay un cambio de mentalidad generacional. La ley del esfuerzo o el criterio de esforzarse, pues ahora no lo tenemos tan asumido. Ni jóvenes, ni pequeños, ni mayores. Entonces, cambiar esa filosofía de vida otra vez va a costar años. Tenemos que mejorar la conciliación familiar, pero tiene difícil solución. Al menos que esté bien remunerado, que algo es algo.
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