Los pisos de estudiantes copan el mercado del alquiler en la capital

Miles de estudiantes llegan cada curso a Salamanca para formarse y vivir una experiencia universitaria única. Durante la primavera, propietarios e inmobiliarias alquilan sus pisos a estos jóvenes que cumplen los requisitos de «cliente idóneo». Álvaro García, de una inmobiliaria de Salamanca, lo explica así: «Los estudiantes —o sus padres— siempre pagan y resultan más rentables porque el propietario gana más dinero al alquilar por habitación. Aunque ensucien o estropeen, merece la pena».

Este es el motivo por el que, según los cálculos de estas empresas, nueve de cada 10 viviendas de alquiler que gestionan entre Semana Santa y el inicio del verano van dirigidas a pisos para estudiantes. «Algunos comienzan en febrero a preguntar por pisos para el curso siguiente», destaca Francisco Cuadrado, otro profesional del sector. Desde entonces y hasta septiembre —cuando llegan los rezagados de primer curso que consiguen plaza en el último momento— se desarrolla una buena temporada, «que ya estamos acabando». En su caso, han tenido 250 pisos, de los cuales solo les quedan 30 con alguna habitación disponible.

Las zonas más codiciadas no varían con el paso del tiempo: el Barrio del Oeste, la Avenida de Villamayor, el entorno de la estación de autobuses o el centro. «Se elige por la cercanía al lugar de estudio», señala Paula Sierra, de otra destacada inmobiliaria. El precio medio actual de una habitación en Salamanca ronda los 275 euros al mes, y depende de varios factores: el barrio, los gastos incluidos y el aspecto que tenga la vivienda.

Esto último es ahora clave en el proceso de elección. «Ya que han subido los precios, el cliente exige, con razón, un piso en condiciones», sentencia Alfonso Santos, de otra compañía del sector. La mayoría de los propietarios responden ofertando viviendas totalmente funcionales, con mobiliario moderno, algo que décadas atrás no sucedía. Por su parte, ellos piden a los inquilinos un mes de fianza —la garantía más habitual— y, excepcionalmente, un aval de los padres, como en los casos de alquiler de vivienda completa.