«Es más que un perro, es parte de mí»
Desde que llegó a su vida, Max se ha convertido en el fiel apoyo de Santiago, enseñándole el valor de lealtad
Sergio García
Salamanca
Jueves, 14 de agosto 2025, 17:02
Santiago Vegas no concibe su vida sin Max. Este mestizo de mirada noble llegó a su vida hace nueve años y, desde entonces, no se han separado. Aunque fue adoptado en una protectora cuando solo tenía tres meses, Santiago no duda al afirmar: «no lo elegí yo, fue él quien me eligió a mí».
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Auxiliar de biblioteca en la Biblioteca Pública de Casa de las Conchas, aunque actualmente en pausa por un problema en la rodilla. Santiago se emociona al hablar de Max, al que define como toda su familia. «Para mí, Max no es solo un perro. Es mi hermano, mi mejor amigo… todo junto en una cosita tan linda».
Max es un perro cariñoso, sociable y leal, que acompaña a Santiago en su día a día. Pero no siempre fue así de tranquilo. «Los dos primeros años fue un perro muy rebelde. Nunca llegó a ser malo, pero era muy inquieto.» Sin embargo, recuerda esta etapa con melancolía y felicidad. Destaca que, en el proceso, lo más bonito es ver como Max va creciendo y como, poco a poco, se fue adaptando a él. «Es como si lo metieras en tu propio cesto», recuerda con mucho orgullo.
Santiago no solo tiene a un compañero de vida, sino un maestro. «Los perros te enseñan lo que es el amor puro, la lealtad, el cariño, la fidelidad… ellos lo llevan en el ADN. Ellos te quieren sin pensar, sin pedir nada a cambio. Nos hacen mejores personas». Para él, los perros son animales de otra dimensión, puesto que solo con una mirada o un beso tienen la capacidad de convertir tu peor día en el día más maravilloso de tu vida. De hecho, no duda en citar a Oscar Wilde: «si tienes una mascota, corres el riesgo de convertirte en mejor persona».
A lo largo de su vida, Max siempre ha estado a su lado, tanto en los momentos buenos como en los malos. Una de las etapas más difíciles para Santiago fue su operación de rodilla en 2022. No sabía cuánto tiempo estaría sin poder salir, ya fuera en el hospital o en casa. Durante su recuperación, un amigo le llevaba a Max para animarlo. «Él sabía que algo pasaba. Se subía encima de mí, me miraba. Era como si me dijera: 'Estoy aquí contigo'. Ese cariño es indescriptible».
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Santiago sabe que los perros no son eternos, pero eso no le impide disfrutar de cada segundo. «Te queda muchísimo en el corazón y, obviamente, se puede adoptar a otro perro, porque hay muchos que lo necesitan. Pero ninguno será como Max. Cada perro tiene su personalidad, su alma. Y la de Max es única».
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