Miguel Herrán sobrevive a los peligros del Himalaya

En 'Valle de sombras', el actor de 'Modelo 77' se ve atrapado en una aldea remota tras el ataque de unos bandidos. Tercer drama épico de Salvador Calvo, premio Goya por 'Adú'

Viernes, 12 de enero 2024, 18:36

Solo Salvador Calvo podía salir ileso de un rodaje tan arriesgado como el de Valle de sombras. El realizador madrileño (1970) ha superado con nota algunos de los proyectos más ambiciosos del cine español reciente. Con Adú, que ganó cuatro premios Goya en 2020 (entre ellos el de mejor director), se trasladó a África para narrar un drama coral sobre la crudeza de la inmigración. Antes, su ópera prima, 1898. Los últimos de Filipinas (9 nominaciones en 2016), había supuesto un reto inmenso por su escala y su temática. Ahora, lejos de acomodarse, se lanza a otro salto al vacío. Su tercer drama épico, Valle de sombras, llega este fin de semana a las pantallas de Van Dyck y Van Dyck Tormes. Cuenta la tragedia -basada en hechos reales- de decenas de turistas que desaparecían en unas montañas perdidas en el Himalaya en los años 90.

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Miguel Herrán (Modelo 77, ahora en la serie Los Farad) viaja a la cordillera más alta del mundo junto a su pareja (Susana Abaitua, de Patria) y el hijo de ella. Lo que iba a ser un retiro de senderismo y naturaleza se convierte en un infierno cuando unos bandidos los atacan una noche. Él, malherido, sobrevive gracias a unos nativos que lo rescatan y lo cuidan en su aldea, remota e incomunicada. Sin embargo, no existe ninguna posibilidad de regresar a la civilización hasta que no llegue el invierno: entonces, se habilitará la única vía de salida, el río helado. Un camino a vida o muerte al que precederán meses de aislamiento en una comunidad tibetana opuesta a la nuestra. Esa es la gran sorpresa de este largometraje: el tono de contención y aprendizaje. Calvo podría haber planteado un thriller, pero en su lugar propone un drama interior, psicológico, sobre la culpa, el trauma y el perdón. Junto a su guionista habitual, Alejandro Hernández, demuestra rigor en su documentación y solidez en el relato. Otra baza indiscutible es la belleza de sus escenarios, todos ellos localizaciones naturales, tan sobrecogedoras como peligrosas.

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