Ken Loach se despide del cine con un canto a la solidaridad

Con 86 años, Ken Loach está a punto de retirarse del cine. Así lo ha venido anunciando en las entrevistas y ruedas de prensa de El viejo roble, su última obra. Un drama social que completa su trilogía del noreste de Inglaterra (tras Yo, Daniel Blake, con la que logró la Palma de Oro en Cannes, y la devastadora Sorry We Missed You) pero que se aleja del pesimismo de las dos anteriores. En su lugar, abraza un tono humanista y defiende la solidaridad como único freno al auge del racismo en toda Europa. Si la extrema derecha se nutre de una clase obrera desesperada, solo la compasión y la convivencia pueden abrir la puerta a la esperanza. Premio del Público en festivales como Locarno y la Seminci de Valladolid, se estrena este fin de semana en Cines Van Dyck.

A un pueblo minero deprimido llega un grupo de refugiados sirios. Los vecinos, desencantados con la pobreza, el abandono y la dejadez del gobierno, los miran con desconfianza. Incluso con hostilidad. Vuelcan en los más débiles su propia ira y su miedo. Por suerte, el dueño del único pub que continúa abierto (llamado precisamente The Old Oak, título en inglés del filme) trata de integrar en la comunidad a los extranjeros. Junto a su fiel guionista Paul Laverty (treinta años de cine juntos), Loach vuelve a reivindicarse como el buque insignia del cine social británico. Su carrera ha discurrido por dos vertientes: una más interesada por la Historia, principalmente la de los perdedores, con cintas como la emblemática Tierra y libertad (1995), situada en la Guerra Civil española, o la galardonada El viento que agita la cebada (su primera Palma de Oro, en 2006). La otra rama de su prolífica filmografía está volcada en el presente y las penurias de la clase trabajadora, como narraban Mi nombre es Joe o En un mundo libre. Si finalmente El viejo roble se convierte en su despedida, de nuevo demostrará en ella su compromiso, su integridad y su rebeldía contra el cinismo.

Temas

• Cine