Fallece Paulette Gabaudan, una de las primeras profesoras de la Universidad de Salamanca
El funeral tendrá lugar el lunes 1 de abril a las 10:00 horas en la Iglesia Parroquial de San Juan de Sahagún
La Gaceta
Sábado, 30 de marzo 2024
Madame Paulette Gabaudan, profesora de la Universidad de Salamanca y superventas con su libro «Un imperio mítico», ha fallecido este sábado 30 de marzo a los 99 años de edad.
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La Capilla ardiente se ha instalado en el Velatorio La Dolorosa y el funeral tendrá lugar el lunes 1 de abril a las 10:00 horas en la Iglesia Parroquial de San Juan de Sahagún, tras el cual será enterrada en el Cementerio San Atilano de Zamora.
Paulette Gabaudan (París, 1924) triunfó en la Feria Municipal del Libro de 2018 con «Un imperio mítico», un libro sobre la fachada de la Universidad, convirtiéndose en toda una superventas.
Su entrada en España fue en octubre de 1946, cuando iba a Sevilla (para permanecer un año) vía Barcelona, que coincidió con la retirada de embajadores de nuestro país en un momento en que la comunidad internacional castigaba a Franco con el aislamiento por la ayuda prestada a las potencias del Eje durante la II Guerra Mundial. Paulette Gabaudan llegó a España en un tren que la tenía a ella como única pasajera, tras cruzar la frontera a pie desde Portbou un día de viento huracanado, con un mozo que le llevaba en una carretilla su baúl y su maleta.
Más tarde, la joven Paulette vino Salamanca. Catedrática en Hispánicas por l' Ecole Normande Supérieure, tenía la cabeza «llena de literatura».
Ya había comprobado que las mujeres no llevaban una navaja en la liga, pese a lo que había leído, pero «Las novelas ejemplares», de Cervantes, fueron determinantes para atraerla a nuestra ciudad.
«Me metí en un grupito de estudiantes en el que estaban Carmen Martín Gaite y Luis Cortés, con quien tuve una relación personal y particular», nos contaba en una entrevista para este medio hace cinco años.
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Tan buena fue su relación con Cortés que se casaron en Francia en 1949. En 1950 volvió a Salamanca, embarazada, «como profesora lectora universitaria de francés y ama de casa». Había vencido el primer obstáculo, en la embajada de su país, donde le dijeron que «una mujer no tenía nada que hacer en España en la universidad»; pero tuvo el apoyo de su marido, que era profesor en el Estudio salmantino.
EL OBISPO QUE NO QUISO LA RENAULT
Ella también se encargó de que no fuera así. Aunque las casas de la época no estaban bien equipadas -la cocina económica era de carbón y se usaba el brasero de cisco para calentar, con lo que siempre había ceniza por todos los lados-, el rector Antonio Tovar fue un día a cenar. En una época en la que la asignatura de francés «era una maría» en Románicas, madame Paulette Gabaudan se empeñó en que sus alumnos aprendieran.
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A Tovar le enseñó los ejercicios de sus estudiantes, que iban progresando, un rector emprendedor de novedades que vio que era el momento de empezar a estudiar lenguas extranjeras de forma reglada en la universidad.
Tras alguna negativa inicial, en la época de Joaquín Ruiz-Giménez como ministro, el tándem Tovar-Gabaudan logró que Salamanca fuera una universidad piloto en la enseñanza de francés. Pero a la joven Paulette no le convencía que se fijara un examen único a los tres años.
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«Yo quería que en el primer año hablaran francés para que los dos siguientes ya dieran clase en francés. Y cuando en el examen final de Filología excluyeron las lenguas, me pareció un sabotaje. El decano me dijo que se había decidido en el claustro y que me aguantara. Pero mi carácter no era aguantar. Me fui a ver a Tovar, me pidió un escrito que redacté en cinco minutos; volvió a reunir el claustro y se aprobó mi proyecto», rememoraba Gabaudan en su útlima entrevista a LA GACETA.
Aquella razón la llevó a enfrentarse al obispo Francisco Barbado Viejo. «Casi todos los textos en francés estaban en el Índice de Libros Prohibidos. Sartre, Gide, Pascal, Montaigne, Voltaire, Rousseau... figuraban como opera omnia -con sus obras completas prohibidas- y en otras obras como »Madame Bovary«, »Rojo y negro« o las comedias de Corneille y Racine bastaba con que hubiera un amorío para que no se pudieran leer».
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Para obtener autorización para leer los libros, los estudiantes tenían que recurrir al obispo. «Los chicos decían que era mejor acudir a Ávila, donde se obtenía un permiso definitivo, en lugar de ir libro por libro», nos contaba Paulette que siempre creyó en la idea de que fue el obispo Barbado Viejo el responsable de que Renault se instalara en Valladolid. «No quería clase obrera en Salamanca», dice la veterana profesora.
En 1966 se suprimió el Índice de Libros Prohibidos, pero Paulette Gabaudan había lidiado lo suyo con el obispo. Además, luego llegó el rector Balecells, del Opus-Dei y «muy cerrado», con el que también tuvo sus desencuentros.
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Para que sus alumnos aprendieran francés también creó un grupo de teatro, que se iba renovando. Además de ser una extensión de su formación, les permitía la expansión de ir a otras universidades con sus obras: Santiago, Valladolid, Palencia...
Paulette Gabaudan y su marido Luis Cortés, catedrático de Filología Francesa, formaron a muchas generaciones de profesores. Por ejemplo, José Antonio Pascual, académico de la RAE, estuvo a punto de irse a Francia, pensando en ser profesor de francés.
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Madame Paulette -con cinco hijos, ocho nietos y siete bisnietos- fue la primera profesora en la Universidad en la segunda mitad del siglo XX, y cómo ella misma relató, Gloria Begué y Carmen Codoñer llegaron más tarde, y aunque había mujeres en puestos de ayudantes, no había profesoras con responsabilidad.
Su imagen cruzando el claustro se quedó en la retina de estudiantes de otras licenciaturas. Y también entre sus alumnas, que vencieron las reticencias de sus padres para ir a la universidad y lograron que ya sean historia las palabras de los catedráticos que decían a las estudiantes: «Vosotras, a fregar».
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