Michel Poulain, en el Patio de Escuelas Menores. OBES

El demógrafo que descubrió a nivel mundial las regiones con más centenarios: «El secreto para vivir más es simple: vivir y amar»

Michel Poulain pronuncia este miércoles una conferencia en el Paraninfo de la Universidad

Ángel Benito

Salamanca

Miércoles, 15 de octubre 2025, 09:34

El Paraninfo de la Universidad de Salamanca acoge este miércoles (11 h.) una nueva edición de las 'Conversaciones en Salamanca: comprendiendo la longevidad', proyecto de Nuevas Sociedades Longevas impulsado por la Fundación General de la Universidad de Salamanca, a través del CENIE. El protagonista será Michel Poulain, el demógrafo belga conocido por identificar a nivel mundial las célebres 'zonas azules', territorios donde hay una alta concentración de personas que viven más allá de 100 años. Tras localizarlas, quiere extrapolar sus secretos.

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¿Por qué es importante que su mensaje se transmita en una de las universidades más antiguas del mundo y su mensaje de longevidad?

—He venido invitado por un grupo de investigación que trabaja en temas cercanos a los míos. Preferí venir aquí antes que a grandes ciudades como Madrid o Barcelona. Me atraen más los lugares pequeños con historia como Salamanca o Santiago de Compostela porque conservan su alma y su historia.

¿Sigue explorando para encontrar nuevas 'zonas azules'?

—Ahora no buscamos nuevas 'zonas azules', sino promover los principios que observamos en ellas. Hay siete principios para vivir más tiempo, pero sobre todo para vivir mejor. El secreto de la longevidad se encuentra en vivir y amar. Por eso quiero ir más allá de la demografía. Lo importante es aprender de cómo viven esas personas y trasladar sus valores a nuestra sociedad postmoderna. Mi mensaje no es solo para los mayores, sino sobre todo para los jóvenes: ellos son quienes pueden cambiar la forma en que vivimos.

Usted no solo ha estudiado las 'zonas azules' a nivel estadístico, sino que ha querido conocer las razones del porqué para extrapolarlas. 

—Mi trabajo ha tomado un rumbo más filosófico. Me interesa cómo viven esas personas longevas y qué enseñanzas pueden ofrecernos, porque nuestra sociedad moderna va en la dirección equivocada. Hoy hay demasiado estrés, demasiada comida rápida, y en algunos lugares es más barato comprar una Coca-Cola que un vaso de agua. Y mucha soledad. En algunos países, las personas mayores mueren solas sin que nadie lo note. Además, vivimos cada vez más aislados: en países como Japón o Corea, muchas personas mayores viven solas e incluso mueren sin que nadie lo note. En las zonas azules eso no ocurre, porque los ancianos son parte activa de la comunidad. Por eso quiero ir más allá de la demografía y centrarme en trasladar sus valores a nuestra sociedad. Me alegra que muchos jóvenes se interesen en esto. He hablado con chicas de 20 años y hasta con una niña de 12 que me dijo que quería vivir como en las zonas azules. Creo que el mensaje debe empezar con los jóvenes. Entre los 60 y los 80 tratamos la enfermedad, entre los 40 y los 60 debemos centrarnos en la prevención, entre los 20 y los 40 en criar y educar a los hijos, y entre los 0 y los 20 en aprender y desarrollarse. Yo tengo 6 hijos y 16 nietos, y me enorgullece que quieran aprender y aportar. Mi mensaje es para ellos, para las nuevas generaciones.

¿Cómo se pueden trasladar los principios de las 'zonas azules' a sociedades urbanas e industrializadas?

—Hay siete principios que hay que aplicar en su conjunto. El primero es comer sabiamente: no comer en exceso ni abusar del azúcar, elegir productos locales, de temporada y naturales. El segundo es moverse naturalmente, caminar o nadar, sin obsesionarse con el ejercicio extremo. El tercero es reducir el estrés y dormir bien, sin depender de medicamentos. El cuarto, cuidar a la familia y mantener la conexión entre generaciones. El quinto, participar en la comunidad y apoyarse mutuamente. En las zonas azules todo se hace a nivel comunitario, no individual. El sexto, respetar la naturaleza y a nuestro planeta, algo que hoy olvidamos con demasiada facilidad. Y el séptimo, tener un propósito vital, una razón para levantarse cada día. En conjunto, estos principios explican la vida larga y plena de las zonas azules.

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¿Por qué el color azul para definir esas zonas?

—Fue una casualidad. Cuando hicimos el primer mapa en Cerdeña, marqué las aldeas con un rotulador azul, y desde entonces se llaman así. Simplemente me gustaba el color. Si hubiera usado un rotulador rojo, hoy hablaríamos de zonas rojas… y probablemente no estaría aquí (ríe).

¿Crear nuevas zonas azules es una realidad posible o una utopía?

—He pasado de buscar nuevas zonas azules a promover la idea de vivir en una zona azul. Quiero que nuestras ciudades adopten los principios que observamos en ellas. Es más importante crear zonas azules vivas dentro de nuestra sociedad que descubrir nuevas. Debemos fomentar los alimentos locales, los jardines, el contacto humano y la vida saludable. Trabajo en ello a través de mis proyectos y de mis páginas web y otra dedicada a las zonas azules vivas. La clave es vivir con propósito y cuidar lo que nos rodea.

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