«Compré la pizarra por 5.000 pesetas y la doné al Museo»
La pizarra visigoda fue comprada en el año 1983 por el arqueólogo Manuel Santonja
Datada en el siglo VII después de Cristo, la pizarra visigoda con representaciones de figuras humanas y animales fue hallada en un caserío de San Vicente del Río Almar, pedanía de la localidad salmantina de Alconada, y comprada en 1983 por el arqueólogo Manuel Santonja con su propio dinero. Todo fue producto de la casualidad o del destino. Santonja y María José Frades se encontraban en esta localidad realizando el inventario epigráfico de la arqueología de la provincia de Salamanca.
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«Estaba María José copiando un epígrafe de una lápida y yo me acerqué a hablar con un señor que estaba a la puerta de su casa. Le pregunté si por allí habían visto cosas antiguas, trozos de cerámica por el campo o cosas así. Me dice que no, pero se queda callado y responde que un día, arando en el huerto de su casa, encontró una pizarra con una pintura y que no sabía lo que era», comenta Santonja, quien se quedó un poco sorprendido y le dijo al señor que estaría muy interesado en verla y que si se la podía enseñar.
«La sacó de casa y casi me da un desmayo porque era una pieza que ya tenía pinta de visigoda, parecida a los capiteles de San Pedro de la Nave. Me dejó muy impactado», confiesa.
Santonja toma la palabra y le dice al vecino de San Vicente del Río Almar que trabajaba en un museo y que si había posibilidad de que la donase o la vendiera. «¿Y qué me vas a dar por ella?, me pregunta. Pensé rápidamente que si le ofrecía poco me iba a decir adiós muy buenas, y que si le ofrecía mucho se podría mosquear», subraya.
Sin pensarlo mucho, Santonja le ofrece mil pesetas. «Y ya me la iba a dar cuando su mujer, que lo estaba escuchando todo desde la ventana de casa, me dice: '¿y para qué quiero yo mil pesetas?' 'Pues dígame cuánto quiere', respondí. Me dice que 5.000 pesetas. Por casualidad, yo que no suelo llevar dinero en el bolsillo, tenía un billete de 5.000 pesetas; lo saqué y se lo di. Ya no pudieron dar marcha atrás y me la dieron. Por tanto, la compré con mi propio dinero y se la doné al Museo de Salamanca, donde está expuesta al público», relata el arqueólogo salmantino, ya jubilado y exdirector del Museo de Salamanca.
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