El bar que gana la Champions en verano: «Aunque haga calor la gente quiere estar aquí»
Alberto Elvira relata a LA GACETA la historia del bar Okey, cuya terraza dinamiza las noches de los barrios de Labradores, Alamedilla y La Estación y, además, es sede de la «Peña madridista de Salamanca»
En el paseo de la Estación, una concurrida vía donde confluyen los barrios de Labradores, Alamedilla y La Estación, se encuentra el 'Okey', un bar regentado por Alberto Elvira que forma parte indiscutible del patrimonio inmaterial de la zona, donde la confianza y el trato del día a día han construido un punto de encuentro entre los vecinos. En los meses de verano, este ambiente de barrio se traslada a la calle, donde cada noche se llenan las trece mesas de la terraza, un elemento indispensable para esta época del año. De hecho, según señala su dueño: «Si no la tienes, en verano no haces nada».
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Aunque Elvira lleva al frente del Okey desde hace seis años, su relación con el local comenzó mucho antes: «Yo empecé aquí de relaciones públicas, cuando se llamaba el 'Javi', hace 18 años. Lo que pasa es que yo iba y venía, nunca estaba de seguido porque lo compaginaba con los estudios y con otros trabajos», relata. Los antiguos dueños dejaron el bar para dedicarse a otros negocios. Fue entonces cuando Alberto «vio la oportunidad» y se «aventuró» a coger las riendas del negocio con otro nombre, empujado por el gusto que le tiene a este sector que domina desde hace casi dos décadas.
Desde entonces, ha heredado, pero también consolidado, una clientela estable: «Es del barrio. A mí el turista no me afecta. Como trabajo con mis vecinos, casi siempre llenamos. Unos se van en verano, pero otros vuelven, por lo que no es difícil completar la terraza». Esa misma terraza es el motor de la hostelería en época estival: «A la gente le gusta mucho. Yo tengo aire acondicionado dentro y, aunque se esté mejor, la gente prefiere estar fuera tomándose algo», explica el dueño.
De hecho, no solo es la 'salvadora' del verano, también lo fue en la pandemia, cuando les permitieron ampliarla y poner varias mesas en los aparcamientos, donde el césped artificial y la decoración atraían a clientes que llenaban el aforo incluso en uno de los peores momentos de la humanidad. Tanto en el exterior como en el interior del bar, lo que más triunfan son las tostas y los montaditos, aunque, sin lugar a dudas, el plato estrella es la paloma de ensaladilla rusa, muy «buena» y demandada.
Sede de la «Peña madridista de Salamanca»
No obstante, no solo los vecinos de la zona acuden a este bar, en el Okey también se gritan goles, especialmente los del Real Madrid, ya que son la sede de la «Peña madridista en Salamanca», una de las más importantes de la ciudad. «Yo ya conocía la peña de antes, ya que los antiguos dueños pertenecían a ella, y cuando abrí yo el bar me propusieron venirse aquí», relata Elvira sobre cómo surgió la unión entre ambos, algo con lo que están «muy contentos porque hemos celebrado muchas Champions y muchas Ligas».
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Y entre vecinos y habituales, a veces se cuela alguna visita famosa: «Estuvo recientemente el equipo del Grand Prix, que venían de Peñaranda y pararon con la furgoneta; también el cantante flamenco de Salamanca El Suso, y Roncero, de 'El Chiringuito de Jugones', por la peña del Madrid», relata Alberto.
Los retos y alegrías de ser hostelero
Pero el éxito del bar también conlleva sacrificio: «El horario, unas diez horas los días de diario e incluso doce los fines de semana, el estrés que se genera cuando el bar está lleno, pero sobre todo el tiempo libre, que se echa mucho de menos», cuenta el hostelero sin queja, pero con sinceridad. «Solo descansas un día a la semana y coges vacaciones cuando nadie se las coge», añade. De hecho, en verano, el único momento en el que pueden aprovechar para cogerse unos días es en el puente de agosto, ya que «mucha gente se va al pueblo»; si no, tienen que esperar a noviembre o febrero, ya que ahora es «un poco la temporada alta».
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Otro obstáculo común en la hostelería es la búsqueda de personal. Alberto mantiene una plantilla estable, pero este año necesitaba un refuerzo para la terraza, algo que le generaba inquietud: «Yo tenía mucho miedo antes de empezar el verano, por si no valía, si nos deja tirados a mitad de verano... Finalmente, cogimos a una amiga de la cocinera. Tuve suerte», comenta.
Pero este oficio también tiene una parte muy positiva. La relación con los clientes que llenan las mesas a diario genera un dinamismo que aleja la tediosa rutina. «Lo más divertido de la hostelería es el trato con la gente. No te aburres, siempre hay algo que hacer y te vienen amigos a ver, gente conocida…», expresa el dueño.
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De esta forma, el bar Okey se ha convertido en un punto de referencia para los vecinos del barrio y para toda la afición madridista de Salamanca, donde se puede disfrutar de tapas y bebida acompañado de un acogedor ambiente de barrio en peligro de extinción.
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