Guzmán García, graduado en Sociología, y Manuel de Castro, estudiante de doble grado de Información y Documentación y en Historia, en Juzbado. EÑE

El municipio salmantino que abre sus puertas al talento joven y demuestra que el futuro también está en lo rural

Guzmán García y Manuel de Castro han vivido, con apoyo del Consistorio de Juzbado y la Universidad de Salamanca, una experiencia profesional y humana, llena de oportunidades

Lunes, 15 de septiembre 2025, 06:45

En tiempos donde la despoblación y el envejecimiento marcan el pulso de muchas zonas rurales, hay pueblos que han decidido ir a contracorriente, como es el caso de Juzbado. Lejos de resignarse, ha convertido esa tendencia en una oportunidad, apostando por la cultura y el talento joven. A través de programas de prácticas con laUniversidad de Salamanca, el Ayuntamiento ha abierto sus puertas a universitarios con ganas de aportar, aprender y convivir. Es el caso de Guzmán García y Manuel de Castro, dos estudiantes que han vivido en primera persona la experiencia de trabajar en y para un pueblo.

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El caso de Manuel de Castro, estudiante de 22 años de un doble grado en Información y Documentación e Historia, ejemplifica cómo una estancia de apenas dos meses puede cambiar la percepción del mundo rural. En este sentido, Manuel ha participado en el programa Campus Rural y, como parte de las condiciones de la beca, ha vivido en la localidad en una casa cedida gratuitamente por el Consistorio. «Tenía la idea de que en los pueblos pequeños no había mucha actividad cultural o social, pero me ha cambiado completamente la idea. Me he encontrado un pueblo muy activo y unido», dice.

Durante su estancia, ha estado vinculado a distintos proyectos. Entre otras labores, se ha ocupado de dinamizar la biblioteca, colaborar en iniciativas ligadas a la historia local y se ha implicado en actividades con los más pequeños. También ha dejado su huella en varias publicaciones y redes sociales del municipio. «Ha sido una forma clara de poner en práctica los conocimientos adquiridos durante la carrera», apunta.

Pero, sin duda, ha sido mucho más que una experiencia académica. «Empecé el verano que no me gustaba estar con niños, y al final los he cogido cariño», comenta. A pesar de la intensidad del trabajo, siente que «la experiencia se me ha quedado corta porque no he podido acabar algunos proyectos», puntualiza.

Más allá del trabajo, lo que se ha llevado ha sido el calor humano: «Lo que más voy a echar de menos son los niños y el ambiente. Tengo en la agenda volver para las fiestas de San Miguel». Por todo ello, para Manuel, la experiencia ha sido «acogedora, enriquecedora y creativa», y la recomendaría sin dudarlo. «En una gran institución somos un número. Aquí desarrollas habilidades, trabajas con libertad y creatividad, y sientes que formas parte de algo», concluye.

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Por su parte, Guzmán García, de 28 años y graduado en Sociología por la Universidad de Salamanca, continúa en Juzbado hasta noviembre. Participa en el programa Clave y también reside en una vivienda proporcionada por el Consistorio. «Aposté por Juzbado porque tenían un proyecto que me interesaba y me ofrecía una experiencia real en el sector público. La experiencia me permite estar en contacto con la gente y ver el impacto de lo que hago».

Desde que comenzó ha desarrollado labores en la Oficina de Desarrollo Local, la biblioteca y tareas de atención al público. Además, ha colaborado en actividades como cursos para mayores, encuentros intergeneracionales, la revista local, eventos como el acto en honor a Antonio Gamoneda y proyectos con Accem para acoger refugiados. «Es difícil elegir entre todos los aspectos positivos. Me quedo con lo que he aprendido, con el trato de los vecinos y con la libertad que he tenido en mi trabajo. Es una experiencia única. El nivel de actividad da mucha vida».

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El cambio de vivir en León a instalarse en Juzbado lo describe como «un retiro espiritual». «En vez de escuchar coches, escucho pájaros. En vez de ver a gente indiferente, todo el mundo te saluda, se para a hablar contigo y te trae comida del huerto», añade. Desde el Ayuntamiento, el balance es también muy positivo. «Estos jóvenes han sido parte del vecindario y trabajado codo con codo con nosotros. Ha sido una de las mejores formas de transferir conocimiento universitario al ámbito rural», aseguran desde el equipo de Gobierno.

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