La Hoya en el cambio de paradigma de la medicina de familia
La localidad ha sufrido problemas para garantizar la periodicidad de las consultas legalmente establecidas
Martes, 12 de agosto 2025, 09:53
La atención primaria de salud está cambiando al ritmo de otros cambios económicos, sociales y de política sanitaria. En realidad, ya ha cambiado, sólo falta por conocer su fenotipo definitivo.
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El motor del cambio es económico, por supuesto. Más concretamente, el déficit de financiación del sistema sanitario que, a toda costa, se pretende esconder. La OMS recomienda para la atención primaria un 25% del presupuesto del sistema sanitario. Castilla y León invierte un 16%.
Dos variables incrementan notablemente la necesidad de recursos: la dispersión y el envejecimiento poblacional:
Castilla y León está entre las tres comunidades con mayor dispersión (junto a Galicia y Asturias). Nuestra zona no es una excepción. Aunque suponga un dolor de cabeza para gestores y planificadores, el servicio de salud debe llegar a todas las personas vivan donde vivan garantizando accesibilidad y calidad. Lo contrario sería gestionar al modo de las compañías aseguradoras privadas que únicamente destinan recursos donde les resulta rentable. De hecho, no disponen de cobertura en el ámbito rural.
En cuanto al envejecimiento poblacional, curiosamente las comunidades más envejecidas son aquellas con mayor dispersión: Asturias, Galicia y Castilla y León. La tormenta perfecta. En la zona rural de Salamanca el 25,75% de la población supera los 65 años frente al 18,82% a nivel nacional. En la zona rural de la comarca de Béjar el porcentaje de persona mayores de 65 años está en torno al 50% con municipios que se llegan al 60%. Los mayores de 80 años se acercan al 20%. En algunos municipios suponen más del 30% (fuente: INE 2024). A mayor envejecimiento mayor demanda de servicios sanitarios.
La escasez de médicos de familia en activo parece ser consecuencia de la incapacidad de las administraciones sanitarias para abordar el problema desde hace décadas. Sin embargo, previamente se dejaron de contratar para sustituir ausencias, jubilaciones etc.. a pesar de que había médicos disponibles. Los famosos recortes, tras la crisis económica de 2008, no sólo no se han revertido, sino que se han mantenido, ya sin disimulo.
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Podría deducirse que la escasez de médicos ha sido bienvenida, al menos inicialmente. Ante la pérdida de población en el ámbito rural en nuestra comunidad, no se ha planteado una reestructuración del mapa sanitario consensuado y acorde a la normativa que existe al respecto como sucedió en 2014. La están llevando a cabo con nocturnidad (eliminando y modificando en la práctica demarcaciones asistenciales), con la excusa de que «no hay médicos».
En nuestra zona, por ejemplo, existen tres plazas de médicos legalmente establecidas que no se cubren desde hace más de dos años, ni se ofrecen en concurso de traslados, ni a interinidades; se diría que están secuestradas. Por tanto, todo apunta a una clara voluntad de la gerencia de atención primaria de Salamanca de aplicar la tijera, a pesar de ser una zona muy vulnerable por la dispersión y envejecimiento de la población. Y las consecuencias son evidentes. En nuestros núcleos rurales es imposible garantizar la periodicidad de las consultas establecida legalmente. La situación del municipio de La Hoya es muy representativa y conocida.
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Las gerencias han introducido dos cambios muy relevantes, como consecuencia de la reducción de efectivos. El primero es la disminución de días de consulta en la zona rural. El segundo, la consulta no presencial, que está avanzando más allá de la gestión burocrática. Desde mi punto de vista es un fracaso de la especialidad de medicina familiar y comunitaria. La pandemia hizo mucho daño, no solo a la salud individual. No estamos hablando de eficiencia para adaptarse a las necesidades de la población. Se trata de adaptarse a escasez de médicos contratados, con medidas que deterioran la calidad de la atención.
La zona rural pierde habitantes, pero no núcleos de población. En ellos habitan personas, con enorme arraigo, cada vez más envejecidas y con menos capacidad para desplazarse de manera autónoma. En nuestra zona el número de núcleos de población que cuentan con menos de 100 habitantes es significativo y el de menos de 50 h, va en aumento. En un tiempo no muy lejano será la norma. ¿Cómo se gestionará el aumento de la dispersión, con menos población, pero con igual número de municipios? ¿Cuál es su plan, si es que lo tienen?
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No veo a la gerencia regional de salud ni a la provincial en el escenario de buscar soluciones que respondan a las necesidades de los habitantes del medio rural. Los sigo viendo con calculadora en mano a ver de dónde pueden rascar, eso sí, lejos de los despachos. Ellos tienen inmunidad.
Más bien creo que el plan está diseñado desde hace años: dejar caer el medio rural sin hacer ruido. Y el devenir, les favorece. La escasez de médicos de familia contratados sin freno y su preferencia por trabajar en el ámbito urbano, dejará a una buena parte de la población rural sin consultorios locales y a merced de la caridad de algún vecino que se preste para trasladarlos hasta el centro de salud para ser atendidos. Sin esperanza para la revitalización, será la «solución final» para la zona rural, que se convertirá en un desierto demográfico, si no lo es ya.
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¿Son posibles otras alternativas? Sin duda. Un «paciente» terminal merece un final más digno.
Pedro Pablo Sánchez Martín, médico de familia jubilado y miembro de la Plataforma de defensa de la Sanidad Pública de Béjar y Comarca.
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