De fugitivos en su país a amados en un pueblo salmantino: «De habernos quedado seríamos presos políticos»
La familia de María Isabel Gutiérrez, de Venezuela, augura un futuro dorado en el pequeño municipio: «Nos quedamos aquí, lo tenemos claro»
Fuenteguinaldo
Lunes, 6 de octubre 2025, 06:30
La patria siempre despierta nostalgia, aunque también va con uno mismo, a dondequiera que viaje. Así vive su espíritu venezolano la alegre familia de María Isabel Gutiérrez, que reside desde hace poco en Fuenteguinaldo, a donde llegó del brazo de su marido, Eramir Goñi, su hija, sus dos nietos y su yerno, su hijo y su nuera y la hija de su nuera.
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Hace siete años que viven en España, pero tan solo desde finales de enero de este año en este pequeño municipio salmantino de la comarca de Ciudad Rodrigo. «Mi hijo se fue primero a Portugal, y de ahí se fue a España... Nosotros nos vinimos a España directamente, a Murcia. Tras la pandemia se puso complicado encontrar empleo y nos fuimos a Madrid, donde tuvimos negocio de panadería y comida rápida, perritos, sushi y poké».
La cosa se puso fea con el delicado panorama político. «Mi yerno se dedicaba a la hostelería, mi hijo y yo nos dedicábamos al ámbito político. Mi partido estaba muy perseguido por el régimen, mi hijo estaba buscando por la guardia de nuestro país, y de quedarnos allí nos habrían hecho presos», asegura.
«Además, buscábamos mejor calidad de vida. No teníamos nada pensado. Mis suegros eran españoles, y eso facilitó las cosas. Es muy duro dejar tu país, en sí no somos un pueblo de emigrar, y allí tienes tu vida, tu negocio...teníamos una distribuidora de prensa, y el gobierno empezó a cerrar medios y perseguir periodistas. Tuvimos que dejar todo y salir», relata. Pero huir implica también dejar atrás a seres queridos, y es que allí aún tienen familia: dos hermanas, tíos... Aunque ya han disfrutado de una reciente visita de una de sus hermanas.
El cambio fue drástico, pero no por ello traumático. Pasaron de vivir en la capital a Fuenteguinaldo. Sin embargo, «no extraño nada la metrópolis», afirma. «Mis abuelos maternos eran de un pueblecito ganadero, tenía terrenos, ganado...y es algo que me gusta. Mis nietos están encantados y fascinados». Tanto, que quieren un caballo, un sueño utópico al menos por ahora: «¿Y dónde lo metemos?», replica risueña María Isabel. Todo comenzó con un anuncio en redes sociales sobre una oferta de bar en Fuenteguinaldo. «El alquiler y la licitación no fueron nada del otro mundo. Era muy accesible; lo único, los arreglos y la puesta a punto, el equipo...» A parte de esa inversión, pagan 250 euros anuales.
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Por otro lado, viven de alquiler cómodamente. Su llegada despertó la curiosidad del pueblo guinaldés, quien se dirigía a ellos como 'Los forasteros', interesados por recibirles con los brazos abiertos. Así es como la familia tuvo inicialmente la idea de bautizar al bar como 'Los Forasteros'. No obstante, al tratarse del bar del centro de los jubilados, el bar terminó 'Los Jubilados'. María Isabel no lo duda un instante: «No, señor. No nos queremos ir. Nosotros Fuenteguinaldo». Aseguran estar muy contentos y haberse adaptado a la perfección. «Incluso mi hijo, que es, como dicen aquí en España, más pijo, que decía que a un pueblo no se iba, ahora no soporta Madrid. Me quiero ir a Fuenteguinaldo», decía en una fugaz visita a la capital.
La familia de María Isabel es ciudadana del mundo, y en especial, de Fuenteguinaldo, donde asegura que el trato de la gente y la calidad de vida son excelentes. «En Madrid los niños no salían, mientras que aquí, sea la hora que sea, están jugando en la plaza. En el colegio se adaptaron a las mil maravillas». Hasta ha habido un salto importante en salud: «Ni se le ocurra cambiarse de centro», le dijeron a esta madre coraje. Cuando llegó no podía mover los brazos. «En Madrid no podía moverlos, tenía dolores en la cadera, me tuve que cortar el pelo porque no podía ni peinarme. Aquí enseguida me diagnosticaron, me medicaron y me remitieron al traumatólogo. A las 12:30 horas me atendió y por la tarde estaba haciendo lo que no había hecho en mucho tiempo». Por si fuera poco, la comida típica de Venezuela, como las arepas, triunfa entre los vecinos.
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