«Contamos la memoria histórica para poder darnos la mano sin angustias»
El director y actor Carlos Iglesias presenta este sábado su última película 'La bala' en el cine Calderón de Peñaranda
El actor, director y guionista madrileño Carlos Iglesias Serrano, conocido por interpretar papeles como el de Pepelu en los programas de Pepe Navarro y el de Benito Lopera en la serie Manos a la obra y por su primera película como director 'Un franco, 14 pesetas', estará este sábado en el teatro cine Calderón de Peñaranda de Bracamonte para presentar su última película, La bala, que además ha sido rodada en Ciudad Rodrigo y Salamanca. El estreno de este largometraje a nivel nacional será el viernes.
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Es una suerte para Peñaranda de Bracamonte poder ver la película al día siguiente de su estreno a nivel nacional ¿Ha estado ya en el cine Calderón?
—Me trajo en otra ocasión Francisco Fuentes a presentar Un Franco, 14 pesetas. Es un hombre muy atento, me ha llevado por diferentes cines. Esta película le ha interesado especialmente y quiere ponerse a la vez que los demás cines de las grandes capitales. Me pareció un gesto muy bonito, de alguna forma no tiene porque llegar más tarde. Para apoyar esa iniciativa es por lo que me ofrecí. Voy yo y de esa forma también se anima el público.
Gran gesto para con los cines de pueblo de toda la vida.
— Sufren las consecuencias de ser cines pequeños, igual que nosotros al tratarse de una película pequeña. No creas que voy a salir con 700 salas. Serán poca porque es un cine pequeño, eso sí, la película, las cosas como son, nos ha quedado de miedo.
¿Porque eligió Ciudad Rodrigo para rodarla?
—Porque tengo a un gran amigo, Pablo que tiene una productora y lleva trabajando tiempo con gente que conozco. Me dijo vente porque se rueda fácilmente en Ciudad Rodrigo y para rodar en calles, en la catedral, en iglesias, era muy conveniente alojarnos en hoteles de la zona y en menos de 15 minutos estabas en cualquier localización.
Es actor, guionista, director de cine. ¿Con qué se identifica mejor profesionalmente?
—Ahora la novedad es la dirección, desde que empecé con Un franco, 14 pesetas, en que me forzaron un poco a ser director. Era guión mío porque yo quería contar la historia de mi padre. Entonces el productor me dijo si eres director me meto en el asunto, sino no porque vas a ser la «mosca cojonera» del director que ponga y no le vas a dejar trabajar a él, y ni va a tener el alma tuya ni la de él. Desde entonces pensé que la mejor forma de contar una película es ser el director además de guionista, pero como empecé siendo actor siempre me escribo un personaje para mi.
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Ha sabido tocar el corazón de la gente con su trabajo.
—Prácticamente no habido una familia que no haya tenido algún miembro en la emigración. Eso para empezar une muchísimo. He estado en localidades a las que me ha llevado Joaquín en las que el 90% de los hombres habían salido de migrantes a Suiza. Dejaron el pueblo casi solo con mujeres en los años 60. Son historias que nadie ha contado y al contarlas yo se sienten identificados. Pasa un poco lo mismo con La bala. Es nuestra memoria histórica. Habla de cosas muy serias y muy profundas. Es una herida que llevamos en el costado y que no deja de sangrar. Lo que propongo con la película es liberarnos de esa herida, sacándola a la luz, hablando de ella tranquilamente, ya no se buscan responsables, es simplemente dar una dignidad a esos enterrados en cunetas y volver a poder darnos la mano sin odios ni angustias. Ese es el tema que contamos, la memoria histórica. Es un thriller policiaco que en el presente investiga algo que ocurrió en el pasado, que tiene que ver con nuestra memoria histórica.
¿Qué impacto social puede conseguir a través de la gran pantalla?
—Se puede hacer mucho siempre y cuando se llegue a la gente. Llegar a la gente es lo realmente difícil porque, para que te hagas una idea, el mismo fin de semana que estreno yo, en Madrid estrenan otras 19 películas. No tienes ni cines suficientes para darte a conocer. A la inmensa mayoría el único cine que les llega son las grandes producciones internacionales que pueden abarcar 700 y hasta 840 cines. Son películas que tampoco cuentan nada. Como es lo que se publicista es a lo que la gente va, sin embargo con las nuestras, la inmensa mayoría ni se va a enterar.
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¿Qué se puede hacer para que se conozco más el cine que tiene que ver con nuestra historia?
—Tendríamos que tener un respaldo de la gente que te lo puede dar, como por ejemplo las grandes cadenas y plataformas. Tengo la gran suerte de que detrás de la película está Radio Televisión Española, que es el máximo apoyo que tenemos. No obstante el hecho de llegar a los cines de una forma sólida y que compense el trabajo tiene su repercusión. No hay más que ver que en esta película participan 70 personas que son 70 familias que reciben un sueldo de esta película. Lo suyo es que haya una compensación en taquilla para que podamos vivir de esto. Pero es muy complejo porque ahora entran en juego las plataformas. Hoy cada uno tenemos un cine en nuestra casa con un millón de películas, ahora bien la sensación de ver la película en la pantalla grande, rodeado de otras personas, si hay que reír están riendo junto a ellas, eso es una experiencia tan especial que solo lo da la sala de cine.
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