La Alberca se entrega con pasión y veneración en la apertura del Diagosto

La localidad de La Alberca rebosó de alegría y júbilo con la celebración del Diagosto, la festividad de su patrona, Nuestra Señora de la Asunción, que presidió un multitudinario ofertorio que fue el momento álgido de una calurosa mañana de agosto. El municipio fue una vez más un hervidero de gente, aunque quizás con una menor afluencia de visitantes que en otras ocasiones.

Los actos arrancaron al mediodía con el encuentro entre los mayordomos y las autoridades locales, con el alcalde Miguel Ángel Luengo a la cabeza, en la Casa Consistorial y, con el grupo de jóvenes ataviados con el traje abriendo el cortejo al son marcado por los tamborileros. Seguidamente tuvo lugar la misa, mientras el público iba poco a poco tomando posiciones en la Plaza Mayor para tener una visión ideal de todo lo que iba a acontecer en unos minutos.

Tras la liturgia, los estandartes encabezaron la marcha hacia el ágora, con la imagen de Nuestra Señora de la Asunción saliendo entre aplausos del templo y con el padre Frederick Takkenberg, uno de los monjes que reside en el monasterio de Las Batuecas, con el incensario marcando el camino a seguir por la comitiva. En la plaza, la patrona tomó su lugar para que diera comienzo el ofertorio, un momento muy esperado y especial, sobre todo para los mayordomos que son parte fundamental de este festejo.

Como colofón, Poldo Hernández, todo un ejemplo de longevidad con sus más de 80 años de vida, dirigió con presteza los bailes en honor la Virgen que enardecieron el corazón de los presentes y que acabaron en una atronadora ovación.

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