La hora del producto local

Miércoles, 30 de julio 2025, 05:30

En Bruselas lo describen como un acuerdo «asimétrico», eufemismo para evitar hablar de vasallaje. La tasa arancelaria para las exportaciones de la UE a Estados Unidos será del 15 %, mientras que Europa reduce a cero su tipo arancelario sobre las importaciones procedentes de allí. Además, Europa se compromete a invertir y comprar energía y armas en Estados Unidos por cientos de miles de millones de euros. El único beneficiado a esta orilla del Atlántico es la industria alemana del automóvil, tan renqueante que ni siquiera garantiza su supervivencia gracias a esta claudicación. Y Trump, triunfante, le da vueltas a la manivela de la caja registradora con la que alimenta su maquinaria electoral y bélica. Por mucha perífrasis que se gasten, los políticos europeos no pueden esconder el elefantiásico fracaso.

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El primer responsable de este retroceso económico y político, en todo caso, es Donald Trump. Y con él todos los que han apoyado su ascenso al poder. Y en el lado de los damnificados de esta dana comercial estamos nosotros, los consumidores de productos y servicios, los empleados de las empresas que tendrán ahora más difícil subsistir y nuestros hijos y nietos, más públicamente endeudados en la medida en la que el Estado que los acoge prescinde de los aranceles de represalia. Trump acaba de poner su bota sobre nuestro cuello. Nuestros políticos nos han dejado en la más absoluta indefensión y sólo nos queda el derecho al pataleo. O no. Nos queda también el recurso de mirar a partir de ahora mucho mejor las etiquetas y apoyar más que nunca a los productos locales.

En las redes sociales de Suecia y Dinamarca triunfa el «Boykot varer fra USA» que promueve abiertamente la sustitución de productos estadounidenses por marcas locales o europeas. Hay cadenas de supermercados que etiquetan visiblemente para facilitar la elección al cliente. Si se trata de derivados del petróleo o productos farmacéuticos es más difícil rastrear el origen de los componentes, pero la lista de conocidas marcas a evitar es larga, fácil de reconocer y completamente prescindible. Es hora de apostar por lo nuestro.

Hay quien opina que el boicot a productos estadounidenses es sólo simbólico e incapaz de mover voluntades macroeconómicas, pero también hay indicios de lo contrario. Tesla ha visto descender sus ventas un 60 % en Alemania, donde instaló su megafactoría de coches eléctricos Elon Musk, cuyo patrimonio ha caído en pocos meses de los 434.000 millones de dólares a los 104.000 millones. Yo a eso lo llamo consecuencias. Así que, a partir de ahora y por mi parte, ni plataformas de streaming, ni marcas de ropa, ni restaurantes de comida rápida ni bebidas carbonatadas made in USA. Ni mucho menos productos de alimentación. Considero, además, que no pierdo mucho en ello. En el capítulo tecnológico va a ser más complicado prescindir de Google, Amazon, Intel o Appel, debido a una dependencia extrema que nos negamos a reconocer. Pero todo se andará. Siempre repudié el proteccionismo y, mira tú por dónde, Trump está logrando mi conversión.

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