Las vacaciones las inventaron los alemanes. Como herencia de Carlomagno, a las escuelas monásticas, catedralicias y parroquiales se habían sumado en la Alta Edad media las municipales en algunas ciudades, con el apoyo de gremios y ayuntamientos, en las que se enseñaba cálculo, comercio y rudimentos de derecho durante diez meses al año. Los dos meses de verano se interrumpían las clases para facilitar que los alumnos pudiesen participar en las tareas de la cosecha, donde todas las manos eran pocas. Sólo a los alemanes podía ocurrírseles inventar las vacaciones para trabajar.
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El siguiente paso, mucho más orientado hacia en este gozoso avance de la Humanidad, lo dieron los ingleses, que en el siglo XVII establecieron una interrupción de seis semanas en las que las condiciones climáticas impedían el rendimiento en las hacinadas aulas de las Charity Schools anglicanas. Las escuelas privadas se subieron al carro en la medida en que la creciente burguesía, con excedente financiero, propició un nuevo modelo de negocio basado en el descanso y la recuperación. El primer tour organizado de la historia fue idea de Thomas Cook, en 1841, para un grupo de 500 personas y a una distancia de 17 kilómetros. Este hito marca el nacimiento del turismo, un proceso que culminaría con el invento del turismo social de la mano de Paco Obrador, cura, sindicalista y alcalde socialista de Calviá, en Mallorca, que le vendió a Almunia la ocurrencia de los viajes del Imserso. Aquí es donde los españoles vamos cobrando protagonismo en el desarrollo de la historia.
Hemos sido nosotros los que tomamos el concepto de vacaciones escolares, inventado por nuestros vecinos, y lo perfeccionamos. Fundamentalmente, lo extendimos. Mientras los niños alemanes y los ingleses faltan actualmente al colegio seis semanas y los franceses diez, igual que los daneses, belgas y holandeses, los españoles oscilan entre las once y las trece semanas. Prácticamente se olvidan de por dónde se va al colegio, las criaturas. Los adultos españoles, en cambio, disfrutan de ese derecho universal, recogido en 1948 por Naciones Unidas en el Acta de Derechos de los Trabajadores, los mismos días por contrato que el resto de los europeos, lo que conlleva una serie de trabajosos desajustes en la organización familiar que no vienen ahora al caso.
Pero por muy universal que sea el derecho sobre el papel, en realidad es un espejo de privilegios y desigualdad. Los autónomos, por ejemplo, siguen desterrados del concepto de vacaciones pagadas, que son las auténticas. También está ese tercio de las familias españolas que no pueden permitirse irse de vacaciones ni una semana al año, lo que ha dado en llamarse «pobreza vacacional», principalmente hogares con más hijos y familias monoparentales. La buena noticia para todos ellos, sin que sirva de óbice para remediar esta odiosa discriminación, es que las vacaciones no surgen necesariamente de la entrega de notas o del calendario laboral. Las vacaciones son, en esencia, un estado mental al que es posible acceder incluso con menudas modificaciones del tiempo y el espacio, por mínimas que estas puedan parecer. Basta con sentarse a la sombra y esperar el atardecer.
Estar de vacaciones es mucho más que una pseudolibertad programada. Es autodeclararse una tregua. Descansar de uno mismo y de sus circunstancias, en la línea de Ortega. Fijar un paréntesis en la autoexigencia y liberarse por tiempo limitado del personaje en el que nos escudamos para hacer frente a los días, en ese escenario lírico, sensual y misterioso que nos ofrece el verano. Mientras que la mayoría desea que lleguen las vacaciones para salir, para mí significan volver y escrutar. La pausa revela lo que el ruido oculta. Es pasar al modo contemplativo. Escuchar el silencio. Recordar. Reencontrarse. Aburrirse. Mis mejores vacaciones no las he pasado viajando, sino sumergida en un libro, a la sombra de un olivo. O en la oscuridad de la noche del Campo Charro, a la serena caza de las lágrimas de San Lorenzo. Desde esa paz y sin ambicionar otro tipo de asueto, les deseo a todos muy felices vacaciones.
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