CHURRAS Y MERINAS

Sorolla en Salamanca

El pintor más afamado de su época recorrió durante tres semanas algunos de los lugares emblemáticos de la provincia salmantina

Domingo, 21 de septiembre 2025, 05:30

La pintura de Sorolla evoca los cielos azules, la luminosidad del mar Mediterráneo, su paisaje envolvente, las gentes que viven, trabajan, aman y sienten. La vitalidad, en suma, de unos paisajes y unos paisanajes plasmados para siempre en lienzos donde la mirada del artista interpreta el alma gozosa o atribulada de cuantos se asoman a sus cuadros. Y precisamente el alma salmantina se ha visto reflejada en la exposición que, con el título de Sorolla. Salamanca. La fiesta del pan, ha ocupado durante tres meses el patio del Palacio de La Salina.

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Puede que no todos en nuestro entorno sepan que el pintor más afamado (y más rico) de su época recorrió durante tres semanas algunos de los lugares emblemáticos de la provincia salmantina en busca de tipos y modelos para cumplir con el encargo pictórico y etnográfico que el magnate norteamericano Archer M. Huntington le había hecho en 1911: una serie de paneles para decorar la Hispanic Society de Nueva York, con temas de las distintas regiones de España, entre los que se encuentra Castilla. La fiesta del pan.

Y a Salamanca se trasladó el pintor desde Madrid a finales de mayo de 1912 para cumplir con el contrato. Visitó los monumentos de la ciudad, se relacionó con figuras importantes, como Unamuno, a quien, por cierto, se empeñó en retratar, recorrió en tren, en automóvil y en caballerías lugares como Ledesma, Candelario, Miranda del Castañar, Mogarraz, Sequeros y La Alberca, entre otros, y se acogió a la hospitalidad de los Pérez-Tabernero en su finca de Villar de los Álamos. Los «Tipos de Salamanca» y el célebre «Jinete salmantino» son tan solo algunos de los ejemplos de la meritoria tarea que surgió de los pinceles del pintor valenciano que, en agotadoras jornadas, como él mismo reconoce en las cartas a su esposa Clotilde, inmortalizó la indumentaria, los bordados y la orfebrería que, a modo de sinfonía de colores, desbordó en su caballete apuntes y bocetos.

Esta herencia de Sorolla se recogió en la tercera edición de Poéticas de Salamanca que, a partir de una idea de Isabel Bernardo y con el patrocinio de la Diputación de Salamanca y una serie de entusiastas colaboradores, dio lugar a un libro y a la exposición Cartografía del alma, una visión del alma salmantina, obra de la fotógrafa y etnógrafa Rosa Gómez, quien, a través de las más modernas e inspiradas técnicas digitales, supo reescribir e interpretar la identidad de esta tierra y de sus gentes.

La exposición, que contó con casi cincuenta mil visitantes a lo largo del verano, tuvo como broche un hermoso espectáculo teatral a cargo de la compañía La Befana, dirigida por Nuria Galache, con música de José Ramón Cid, y la presencia de una veintena de actores luciendo los bellísimos trajes identificativos de las diferentes comarcas recogidas en la muestra.

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