Picotas digitales

Estas picotas digitales en las plazas públicas son muy divertidas hasta que, como en este caso, le pillan a uno de improviso

Nunca me había puesto a tiro de una kiss cam hasta hace exactamente diez días, cuando nadie se imaginaba la que se iba a preparar poco después en torno al ejecutivo pillado con su acompañante clandestina en un concierto de Coldplay. Hace tiempo que en estas citas masivas se suelen ocupar tiempos muertos mostrando imágenes del público como pura diversión. Los protagonistas se reconoce, se ríen, se tapan la cara y saludan. Hasta ahí el juego de la cam, que podría tener un pase. Pero el show kiss es ya otro nivel y va siendo hora de que abramos este melón.

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Lo que late de fondo en este asunto es nuestra disposición o nuestra renuencia a prestarnos al juego de formar parte del espectáculo. Corrían los años 80 en California cuando la colocación de las primeras pantallas gigantes en los recintos de la liga de béisbol alumbraron el divertimento de emitir en los descansos del partido primeros planos de parejas dentro de un intimidante corazoncito. La tensión debía resolverse con un beso. Allí nadie preguntaba si los protagonistas tenían una relación sentimental o simplemente eran vecinos de localidad. Y no había lugar para explicaciones. Si no había beso, eran abucheados por el respetable. Y así ha sido desde entonces.

En estos shows aparentemente intrascendentes, el objetivo de la cámara cambia de sentido, deja de mirar al escenario y el observador pasa a ser el observado por la multitud. Uno ha pagado una entrada, habitualmente cara, para admirar el espectáculo y, paradójicamente, ese que estaba mirando despreocupadamente se convierte por unos breves segundos en el espectáculo en sí. Desaparece el cómodo anonimato que proporciona la masa y miles de ojos se clavan en nosotros, esperando que hagamos algo para que nos concedan su aceptación. Si no estamos a la altura de esas expectativas, llega el abucheo inmisericorde.

Seguramente pensarán que no es para tanto y que me estoy poniendo muy dramático. Pero nadie me negará que la posibilidad de aparecer de pronto en una pantalla gigante ante miles de miradas genera cierta presión y hay quien no está preparado. No lo estaban Andy y Kristin, que acudieron juntos en secreto el 16 de julio a un concierto de la banda Coldplay en el Gillette Stadium en Foxborough, Massachusetts. Su reacción les delató: ella se tapó la cara y dio la espalda a la cámara mientras él se agachaba huyendo del encuadre. El comentario desde el escenario del cantante, Chris Martin, fue la puntilla: «O están teniendo una aventura o simplemente son muy tímidos». Seguramente con un beso rápido ocultando los rostros habrían solventado la embarazosa situación, que habría pasado inadvertida entre el resto de las escenas. Pero al CEO de la multinacional Astronomer y a la directora de Recursos Humanos de su empresa, su empleada, les faltó esa picardía para salir del paso.

El incidente se ha convertido en meme mundial. Poniendo los cuernos a su esposa ya estaba dinamitando su matrimonio, pero evidenciar tan torpemente la relación con una empleada ante un estadio lleno ya le ha costado al ejecutivo su empleo y puede que su hasta entonces apacible vida familiar.

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Estas picotas digitales en las plazas públicas son muy divertidas hasta que le pillan a uno de improviso. La dimensión del incidente ha sido tal que el grupo Coldplay ya ha anunciado que para futuros conciertos establecerá zonas «libres de kiss cam». Porque esto ya se va pareciendo a un campo de minas. Si los espectadores vamos a pasar a ser parte del espectáculo, bien mereceríamos una buena rebaja de la entrada. Digo yo.

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