No todo vale

Miércoles, 17 de septiembre 2025, 05:30

La incoherencia se impone como la nueva normalidad. Ahora resulta que utilizar la violencia para protestar contra ataques violentos no sólo está justificado sino que es legítimo y loable, incluso si se ejerce contra inocentes. Lo hemos visto estos días con todo lo ocurrido en la Vuelta Ciclista a España con las protestas pro palestinas y que varios días, especialmente el último, han devenido en la suspensión o la modificación de la prueba. No se trataba sólo de protestar por la participación del equipo de Israel, se buscaba el boicot a la carrera para tener repercusión a nivel internacional. Pues enhorabuena, lo han conseguido, aunque el coste llegará, y será muy caro.

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De entrada, la Unión Ciclista Internacional (UCI) ha cuestionado la capacidad de España para poder garantizar la seguridad en un evento de impacto mundial. Tirón de orejas a un Pedro Sánchez que, una vez más, ha supeditado la imagen del país a sus intereses políticos, y cómo no, electorales. En otros tiempos y otras latitudes se antojaría inconcebible que miembros de un gobierno alienten unas protestas que, tal y como era previsible, acabaron con la bochornosa imagen del pelotón jugándose el pellejo esquivando a los manifestantes. Los garantes de la seguridad llamando a la desobediencia civil: incoherencia en estado puro. Hasta Perico Delgado, siempre diplomático, se ha hartado de la sinrazón de unos gobernantes capaces de embarrar todo escenario posible si olfatean opciones de rentabilidad política. 'He pasado miedo', me contaba esta semana Dori Ruano al relatar los momentos más tensos de esas protestas. Pero qué más da cuando el miedo es 'de otros'.

Es más, lo que se busca, pretendida y ansiosamente, es generar más miedo en la sociedad. Esta es una de las misiones de la polarización reinante en España, o conmigo o contra mí, y eso desencadena una perversión que dinamita las posiciones más racionales y coherentes. Hasta tal punto llega este extremismo que criticar las protestas que desencadenaron la suspensión de la Vuelta se interpreta por algunos sectores como un gesto de apoyo al gobierno de Netanyahu y una legitimación del genocidio que Israel está cometiendo en Gaza. Sí, ge-no-ci-dio, con todas sus letras, sin maquillaje.

Y no sólo eso, la violencia de las últimas protestas ha ensuciado el esperanzador movimiento que durante muchas jornadas ha llenado de banderas de Palestina el recorrido de la Vuelta. Ellos también han sido traicionados por los que ejercen el 'todo vale' para alcanzar su objetivo.

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