ADN charro

Miércoles, 26 de noviembre 2025, 05:50

Se ve que uno de los requisitos imprescindibles para optar al puesto de fiscal general del Estado es el de tener ADN charro. Hemos saltado ... de Lumbrales a Pedrosillo el Ralo, 111 kilómetros de puente entre Álvaro García Ortiz y Teresa Peramato Martín, el antes y el después de un cargo apaleado por las injerencias del Gobierno y la sentencia del Supremo.

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Le deseo a la nueva fiscal la mejor de las suertes. Reputación, currículo y experiencia tiene de sobra para lidiar con el cargo, aunque este no es un relevo al uso y todos sus actos serán examinados microscópicamente buscando una tendenciosidad que ha exhibido con demasiado descaro su antecesor. No le ayuda la celebérrima afirmación de Pedro Sánchez afirmando que el fiscal general del Estado depende del gobierno, como si fuera un ministro más, con cartera, chófer y piso reformado en la milla de oro madrileña.

Confío que esta salmantina, de nacimiento y de formación, sea capaz de remontar el daño reputacional que ha sufrido el cargo en esta última etapa. La confianza de los ciudadanos en las instituciones jurídicas es clave si no queremos profundizar en otro de los prismas de la polarización, en la que ya se ha normalizado, incluso legitimado, el cuestionamiento de las decisiones judiciales. Los jueces son buenos o malos, rojos o azules, en función de si me dan la razón o me la quitan.

Tan pueril es el argumento que me recuerda a esos recreos de los años 80, en los que jugábamos al fútbol con piedras o castañas, y en el que elegíamos un árbitro al azar. Siempre había alguno que achacaba sus decisiones a una supuesta 'manía persecutoria'. Una arbitrariedad en el enjuiciamiento del poder que, supongo, es inherente a la condición humana. Nada ha cambiado, sólo que hemos pasado del pantalón corto al traje con corbata.

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García Ortiz también llegó con una carrera acreditada a lo más alto del estamento fiscal, pero al final se ha demostrado que se plegó al poder y se prestó a ser un peón más en el tablero que mueve la todopoderosa mano de Sánchez. Un desecho más de la trituradora de cargos en la que se ha convertido el líder socialista. Supongo que ahora, a la espera de reubicación, encontrará en Lumbrales algo de sosiego y de reflexión. Bien haría en escuchar a alguno de sus paisanos, que sintetizan en dos frases toda la verborrea que llena páginas y tertulias en la burbuja de la M-30. García Ortiz, pese a tener ADN charro, obró mal y lo ha pagado. Espero que otros aprendan la lección, por el bien de todos.

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