A MIL PASOS

Referéndum en Las Claras

«La evidencia es que casi siempre cuando alguien se quiere significar como diferente es porque se siente mejor que el otro»

Miércoles, 1 de octubre 2025, 05:30

Yo nunca he tenido pueblo, aunque es verdad que para salir al descampado solo tenía que dar unos pocos pasos. La calle de Carpinteros era una de las avanzadillas del barrio de Vidal hacia la proyectada e inexistente avenida de Salamanca, entonces todavía una extensión inmensa de desmontes, naves y casuchas, cuyo barro rojizo se escurría por la pendiente en cuanto caían cuatro gotas. Era, claro, un territorio ideal para vivir aventuras que tanto podían ser la invasión de los lagartos de 'V', en el salvaje oeste o en la Edad Media.

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Ahora la excavadora va a acabar con ese último reducto, lo digo sin melancolía, de las naves de Pérez Coco que desde casa de mis abuelos alguna vez tomé al asalto como la mismísima fortaleza de Torquilstone, al día siguiente de que pusieran por la tele el 'Ivanhoe' de Robert Taylor.

Son cosas de los años. Hoy al barrio le viene mejor una plaza y una nueva zona residencial y a mí creo que ya no me interesan demasiado las historias de Walter Scott, con ese veneno romántico del nacionalismo.

Luchaba Ivanhoe, qué cosas, contra los Plantagenet que llegaron a Castilla con el matrimonio de Leonor con Alfonso VIII, del que nació la reina Berenguela, que tejió y retejió para que las coronas de León y Castilla quedaran unidas por primera vez en la testa de su hijo Fernando III. Era 1230. Los investigadores Charo García de Arriba y Miguel Ángel Martín Más están convencidos ‒y aportan argumentos sólidos‒ de que la efímera reina plasmó todo su juego de ajedrez en la techumbre del convento salmantino de Las Claras. Si esa techumbre se realizó en el siglo XIII, en vida de Berenguela o poco después, los escudos que aparecen cuartelados con leones y castillos serían uno de los precedentes más antiguos del actual escudo de la autonomía que llamamos Castilla y León.

Un relato interesado, claro, pero que habla de cruces históricos bastante complejos. Desconfío de nacionalismos, regionalismos y demás familia: la evidencia es que casi siempre cuando alguien se quiere significar como diferente es porque se siente mejor que el otro. Miro inquieto el modelo leonesista que busca abrirse camino por aquí. Con su limpieza de sangre, líos inquisitoriales como si Peñaranda es castellana o no, o esa posible consulta sobre la secesión de tres provincias del resto.

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Es verdad que tiene pocos visos de prosperar y mucha pinta de campaña en León ante las elecciones autonómicas para UPL, la formación que la promueve, mientras que Salamanca y Zamora van de comparsas. Y luego que este leonesismo mezcla fechas, reinos, provincias y un poco de todo con no mucho rigor. Pero también es cierto que muchos de los argumentos que ponen sobre la mesa son contundentes. A las tres provincias nos está yendo regular: demografía, renta, industrialización dicen que algo tiene que cambiar. Convendría ponerse a ello, no sea que un día nos veamos si saber cómo buscando como locos ocho apellidos llioneses.

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