A MIL PASOS

De leyes inútiles

El patrimonio, del más deslumbrante al más humilde, importa ante todo porque es un lugar de memoria

Miércoles, 12 de noviembre 2025, 05:45

Estaba en el escudo del pueblo, pero ni cuenta se dio. Compró la finca, vio unas molestas piedras apiladas y las quitó de en medio. ... No vio en la escritura, ni ninguna parte, qué demonios era ese montículo. Tampoco preguntó. La ocurrencia que sí tuvo fue tirar las piedras a una laguna, por si acaso.

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Y ahora ya sí, la denuncia a la fiscalía, los expedientes, las fotos de aquella excursión tan bonita que hicimos con los niños del colegio. Sí, pero Pelabravo se ha quedado sin los restos del castillo y podría decirse que sin bandera, que es lo mismo que quedarse un poco sin alma.

Ha sido a pocos kilómetros de la ciudad de Salamanca, tampoco en un lugar especialmente recóndito o agreste. Los restos de una fortificación del siglo XII y puf, ya son tierra de labor.

Habrá quien diga que total, para lo que había. Y esa es otra derivada del asunto: cómo se llega a situaciones extremas ante determinados bienes. De vez en cuando hay iniciativas parlamentarias, desde la oposición, para que algunos de estos restos puedan al menos salvarse en lo poco que han conservado. Pasó con esta desaparecida Torre Mocha o con el castillo de Aldeanueva, entre otros, pero la Consejería de Cultura se debió decir que, puestos a elegir, mejor proteger una ridícula torre fascista sin sentido en Burgos, que, por cierto, ha sido Bien de Interés Cultural antes que Monleón (uno de los lugares medievales más bonitos de Salamanca) o Salvatierra y su castillo de la Mora Encantada, ambos con la ruina buscando los atajos.

La Torre Mocha que en paz descanse era BIC, como lo son genéricamente todos los castillos y murallas, pero la siguiente cuestión es de qué vale una ley si no tiene efecto alguno. Esto, que tiene uno de sus fracasos más amargos en el famoso derecho constitucional a la vivienda («todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho…»), también sirve para el patrimonio. Monumentos que no se mantienen o que premeditadamente se exponen al daño, abandonos flagrantes, horarios de visita legal incumplidos están tan a la vista como estaba la torre de Nuevo Naharros.

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El patrimonio, del más deslumbrante al más humilde, importa ante todo porque es un lugar de memoria. Tiene un vínculo con el territorio y el contexto que le da valor. Eso vale para las pinturas de Sijena o para el Archivo de la Guerra Civil, ahora que parece que va a volver a estar de moda. Un aspecto que no se tuvo en cuenta o si se tuvo poco importó, todo sea dicho. Porque la siniestra represión franquista se podría entender mejor en el espacio creado para esa persecución industrial, continua y mezquina, propia de las dictaduras. Pero a veces la propia administración destruye lo que debería proteger y mirando a ciertos gallineros lo que más brilla es la sonrisa del lobo que los guarda.

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