Qué queda por quemar

En lo que unos a otros se llaman pirómanos no disponemos de un catálogo fiable de recursos para luchar contra los incendios

Sentí un desasosiego especial al escuchar la entrevista que le hicieron a primera hora de la mañana de ayer a la directora general de Protección Civil y Emergencias en Onda Cero. La soriana Virginia Barcones vino a reconocer que no disponen de un catálogo fiable de los recursos que existen en cada comunidad autónoma para luchar contra los incendios. Este es el nivel. Y, claro, me eché a temblar.

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Quien fuera hasta hace un par de años delegada del Gobierno en Castilla y León intentó excusarse aduciendo que la estructura del sistema es compleja. No me lo podía creer.

Puede que sea injusto lo que voy a plantear, pero la sensación que ofreció refleja bien a las claras que las administraciones viven de espaldas unas a otras, que cada una es muy celosa de lo suyo y que cuesta mucho coordinar todos los medios por el afán de protagonismo de cierta clase política.

No dudo de que haya estado al pie del cañón desde que se originaron los primeros fuegos. Pero eso no quita que un hecho tan grave como el que acabo de señalar mancille su nivel de competencia.

Tampoco creo que sea necesario llegar al insulto grueso «busca-titulares», como el que utilizó el vicesecretario de Coordinación Autonómica del PP, Elías Bendodo, para calificar su gestión. El popular andaluz fue muy poco original. Horas antes, su compañero de Congreso de los Diputados y sin embargo oponente político, el salmantino David Serrada también calificó al presidente de la Diputación de Salamanca como «el mayor pirómano de la provincia». Y se quedó tan a gusto. De hecho, todavía ayer se podía ver en la cuenta de X (cuándo terminaremos de recordar que era el antiguo Twitter) del secretario general del PSOE local una grabación en la que la que su mayor aportación al análisis de la gestión de los incendios en Salamanca era dedicarle esa incendiaria perla a Javier Iglesias.

Y en lo que se llaman pirómanos unos a otros; en lo que el moreno de La Mareta echa la culpa de los fuegos al cambio climático; en lo que el otro moreno -el gallego- pide un registro nacional de pirómanos; en lo que a un ministro se le quema el dedo usando sin control las redes sociales; en lo que a una vicepresidenta del Gobierno abandona la hamaca para participar en una manifestación contra la Xunta mientras clama sin rubor una sarta de mentiras; en lo que tenemos a un consejero de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León desaparecido en plena oleada de incendios; en lo que se intenta aprovechar el fuego para desgastar a un Alfonso Fernández Mañueco que parecía abocado a conseguir una mayoría absoluta en las próximas elecciones regionales; en lo que el populismo sigue avanzando gracias al mantra del «pueblo salva al pueblo» que tan bien le viene a Santiago Abascal y a los suyos; en lo que todos los políticos buscan culpables en la bancada de enfrente y ninguno reflexiona si realmente está haciendo bien su trabajo, seguimos sin un catálogo fiable de los recursos que existen en España para combatir los incendios forestales.

No es tan complicado. Aunque suene utópico, solo se trata de trabajar juntos, sin importarnos el color político de la persona que tengamos enfrente, para servir mejor a la ciudadanía. Estamos hablando de emergencias, de asuntos en los que, de verdad, ser conservador, progresista, populista o mediopensionista no tiene demasiada importancia. Estamos hablando de gestión, de cuidar nuestro entorno, de salvar vidas. Como sigamos así, no va a quedar nada por quemar.

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