No hay obra pública en Salamanca, pero lo que sí tenemos es a un fiscal general de la tierra, Álvaro García Ortiz, a punto de sentarse en el banquillo por un delito de revelación de datos fiscales del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
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Será la primera vez en la historia que un fiscal general se siente en el banquillo de los acusados, si el de Lumbrales no dimite antes. Por algo teníamos que hacer historia, ya que desde luego no hemos sido pioneros en contar con unas infraestructuras de comunicaciones decentes. Y seguimos en la misma línea. ¡Qué necesitad tenía todo un fiscal de tirar por la borda su trayectoria por pelotear a su jefe Sánchez!
«¿La Fiscalía de quién depende?, pues ya está» (sic). Si Sánchez fuera coherente, tendría que asumir políticamente su responsabilidad, pero me temo que eso no ocurrirá, como no ha ocurrido con sus dos secretarios de organización, uno imputado y el otro entre rejas.
Ahora se va unos días a meditar a la Mareta o a Doñana y regresará en septiembre y nos dirá eso de que vuelve con más fuerzas para evitar que gobierne la derecha y ya está: no va a dimitir porque se cree que es el salvador.
Pero Sánchez no tiene dignidad ni reputación que perder porque ya las ha perdido. Me choca que el fiscal general haya llegado hasta ese extremo de poner en tela de juicio su prestigio por complacer a un presidente que no dudará en dejarlo caer llegado el caso.
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Lo que no me sorprende en absoluto es que la obra pública en Salamanca haya caído un 80 %. Porque, ¿qué proyectos está ejecutando el Gobierno de Pedro Sánchez en Salamanca? Ninguno.
Llevamos dos años sin presupuestos y las perspectivas para 2026, aunque el presidente del Gobierno dijera el lunes que se está trabajando en las cuentas para el próximo año, lo cierto es que es harto complicado que todos sus socios las aprueben si ven que todavía pueden exprimir un poco más a Pedro Sánchez aprovechando su debilidad, por el número de escaños que tiene en el Congreso de los Diputados y por los presuntos casos de corrupción, que lo tienen acorralado.
Esta dispuesto a reunirse con el delincuente huido de la justicia si es necesario, ahora que Cerdán, que era el que le hacía esos trabajitos sucios, está en prisión.
Sánchez, aunque públicamente no lo quiera reconocer, es consciente de la situación y ya fía las inversiones a los fondos europeos. Lo dijo también el lunes.
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El plan «b» del presidente es echar mano de los fondos «Next Generation», vamos lo que lleva haciendo en el último año, ya que desde las elecciones de julio de 2023 no hay cuentas. Los socios le dieron los votos para que fuera presidente, pero lo tienen cogido por salva sea la parte y sin cuentas.
La electrificación entre Salamanca y Fuentes de Oñoro acumula más de cuatro años de retraso. La rotonda de Buenos Aires, otro proyecto necesario para enlazar con seguridad las autovías A-62 Y A-66, también duerme, de momento, en el sueño de los justos y otro tanto ocurre con la reforma de la Audiencia Provincial. Por no hablar del Cuartel de la Guardia Civil de Ciudad Rodrigo o del nuevo edificio para el Centro de la Memoria.
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Por no invertir, no se está invirtiendo ni el mantenimiento de las infraestructuras. Ahí está la línea férrea entre Salamanca y Fuentes de Oñoro, que más de diez años después de la electrificación sigue sin vallarse o las autovías, que en los últimos años le han echado una capita de asfalto, que es tanto como darle una manita de pintura, y con eso creen que se tapan los socavones.
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