RENGLONES TORCIDOS

No puedo más

No quiero pasar a formar parte de esos catorce suicidados diarios que hay en España

Lo he estado pensando y no puedo más, todo el mundo me pide, todo el mundo dice que necesita algo de mí, que sólo yo puedo ayudarle. Mi familia me tiene agotado, no consigo darles lo que necesitan, creen que no me preocupo de ellos, que no me importan. Mis amigos me dan la espalda, dicen que no hago más que quejarme y lamentarme, que estoy muy pesado últimamente. Quizá tengan razón porque para mí esto es todo un infierno, todo lo veo negro y no encuentro un rayo de luz en mi vida que me de un poco de esperanza. No quiero pasar a formar parte de esos catorce suicidados diarios que hay en España, no quiero formar parte de esa cifra fría, triste y lamentable de la que todos hablan, pero que se queda en eso, en un dato estadístico que no significa nada para nadie, salvo para quien te ha perdido y te quiere de verdad. No quiero ser uno más de esos que nadie entiende porque ha tomado esa decisión. Un valiente, un cobarde, un incomprendido, uno de esos a los que nadie sabe como definir, uno de esos que ha decidido quitarse de en medio para no continuar estorbando a la familia, a la sociedad, al mundo. ¿Por qué tomar esta decisión? No lo sé, quizá me pesa mucho la vida, tal vez no puedo con mis soledades, con mis miedos, con mis angustias, con mis incertidumbres e incomprensiones. A lo peor es que estoy harto de navegar en la noche oscura de mi alma, sin ver brillar una estrella que ilumine mi existencia. No dudo que mi decisión sea inadecuada, pero he dudado, he sentido y he comprobado que no tengo más dónde agarrarme, no me siento querido, ni escuchado ni mucho menos comprendido. Mi vida desde mi realidad no da más de sí, pido ayuda, pero o no la recibo o quizá no la entiendo. Quiero ir al psicólogo, pero siento que muchos me miran mal, cuando es necesaria la ayuda del psiquiatra todo me parece ya muy complicado. El primero me atendió con cara de susto y los sucesivos, porque nunca coincidí con el mismo, me atienden y tratan de comprenderme a pesar de que no dan más de sí. Hacen falta más. Me escuchan para ver qué tratamiento me dan y siento que se preocupan por entenderme. Mis seres queridos quieren también entenderme, se desesperan porque quieren que cambie, que vuelva a ser el mismo de antes. Que si tengo mal la cabeza me ponga bien de una vez y deje de marear. «Pesado que eres un pesado», «Ya te vale la tontería, deja de dar pena y de victimizarte». Si tuviera las piernas rotas seguro que no pedían que echara a correr. El mundo de la salud mental nos supera a todos, sanos y enfermos. Basta ya de tanta incomprensión y de tanto comentario desafortunado, aunque sea hecho con la mejor intención. Las cabezas están mal porque los corazones no funcionan, es necesaria la fuerza del cariño, que implica escucha, cercanía, respeto y comprensión. La salud mental es una carrera de resistencia, el otro puedo ser yo y es necesario que todos hagamos equipo poniendo esperanza en el terreno de juego. Disculpen que no haya hablado de la situación política en este país, pero me preocupa más la situación humana. No podemos pasar de largo ante el dolor de tantas personas. Seamos un rayo de luz en un mundo de tinieblas, luchemos porque la lista no aumente. Siempre sale el sol en el reverso de las nubes, busquemos juntos el sol. Tú también, por muy desesperado que estés.

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