Desgraciadamente así es, la llegada del verano y las altas temperaturas hacen que también algunos cerebros entren en ebullición y el pirómano que llevan dentro eclosiona generando el caos a su alrededor. Cuánta angustia, cuánto dolor, cuánta tristeza, rabia, impotencia, ... de manera gratuita e innecesaria. Algunos son provocados y otros accidentales, pero los incendios que queman nuestra piel de toro convirtiendo el verde de vida en negro zaino nos dejan claro una vez más que la estulticia humana puede alcanzar límites insospechados.
Publicidad
Ahora bien, la desidia, la dejadez, la inoperancia, la falta de previsión y hasta la incompetencia también han quedado claras una vez más. De nuevo quejas y lamentos que nunca debieron ser necesarias, de nuevo promesas y compromisos que volverán a ser incumplidos.
Nos queda claro que España está muy quemada y cada día más, la estamos convirtiendo en un auténtico crematorio, pero también nos queda claro que la solidaridad nos salva. Hablando de crematorios y aprovechando que el Tormes pasa por Salamanca, voy a dedicar unos renglones torcidos al tanatorio San Carlos. Digno espacio donde se despide indignamente a familiares, amigos y seres queridos difuntos, más bien se les «despacha» pues te dejan bien claro que dispones de 20 minutos para decir el último adiós al ser querido de alguien. «No te alargues que hay otro a continuación». Pobre don José María y pobres quienes con él asumen esa responsabilidad de las celebraciones en el tanatorio. Me voy a poner en modo César Lumbreras denunciando a Agroseguros programa tras programa y yo reivindicando tiempo y dignidad en el tanatorio, en cada columna. Y como hoy me pilla la vena reivindicativa pues dedicaré también unos renglones torcidos a las fiestas de los pueblos, donde comenzamos la verbena con alegría y rematamos muy temprano, es decir sobre las 8 de la mañana, a veces a bofetadas. Empalmamos la noche con el día, la orquesta con la disco móvil, para luego hacer campañas de prevención y lucha contra el consumo de alcohol y otras drogas. Somos unos fenómenos. Que muy bien que tengamos fiestas, que demasiadas penas y tristezas hay, pero un poco de mesura no vendría mal, pensando sobre todo en nuestros mayores y enfermos, así como en quienes al día siguiente tienen que trabajar.
Tampoco me voy a quedar con las ganas de hacer alusión a los locales de ocio nocturno, botellones encubiertos y alquiler de naves o chalets para macro fiestas con hora de cierre indefinida. No me vale con denunciar a quienes de manera penosa y lamentable, en situaciones de exclusión, campan por nuestras calles y parques, portugueses y no portugueses, sencillamente personas, independientemente de su código postal. No son seres caídos del cielo ni venidos de otra galaxia, son personas que en el devenir de su vida y por múltiples circunstancias han llegado a esa triste situación. Aquí, como en los incendios, como en el tanatorio, como en tantas y tantas situaciones, todos tenemos una parte de responsabilidad y todos estamos llamados a la solidaridad.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión