Salamanca cada vez paga más y recibe menos. Así de crudo lo tenemos con el Gobierno de Pedro Sánchez.
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Aquí somos gente pacífica, españoles leales, armados de paciencia y a veces demasiado resignados a nuestro destino. Pero lo que estamos viviendo con el Gobierno de Pedro Sánchez ya no es solo retraso u olvido: es directamente una estafa.
En los siete primeros meses de este año, Hacienda ha recaudado en la provincia 467 millones de euros. Son 68,5 millones más que el año pasado, lo que supone un incremento del 17 %. Cada día, el Estado mete la mano en el bolsillo de los salmantinos y saca 320.000 euros más que hace un año. Y mientras las arcas de la Agencia Tributaria baten récords a nuestra cuenta, los ministerios recortan brutalmente las inversiones en la provincia.
La licitación de obra pública del Estado se ha desplomado hasta los 15 millones de euros entre enero y agosto. Una cifra irrisoria, apenas una cuarta parte de lo que se destinó en 2024, cuando alcanzó los 68 millones (que ya representaban una cantidad ínfima). Es un 77 % de recorte. Salamanca se queda en la cola de Castilla y León (solo Segovia recibe menos) mientras Burgos disfruta de 456 millones en obras y Valladolid de 329, aquí nos conformamos, o quieren que nos conformemos, con las migajas.
Desde que Sánchez llegó a la Moncloa en 2018, la recaudación del Estado en Salamanca se ha disparado desde los 288 millones que se ingresaban entonces a 467 ahora. Pagamos más que nunca, más del doble de lo que aportábamos en 2014 y sin embargo, las grandes infraestructuras siguen atascadas: la electrificación de la línea férrea a Fuentes de Oñoro, el enlace de Buenos Aires, el tercer edificio del Centro de la Memoria Histórica… promesas que duermen el sueño eterno mientras el dinero de los salmantinos financia carreteras, trenes y hospitales en otras regiones de España cuyos partidos separatistas tienen agarrado a Sánchez por las solapas.
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Y esta estafa, este desprecio a Salamanca, se produce cuando el Estado dispone de más dinero que nunca. Nunca antes un Gobierno había dispuesto de tantos cientos de miles de millones para invertir. Lo que pasa es que se lo gasta en otros menesteres o lo invierte en otras partes.
No todas las administraciones se están comportando igual. El Gobierno recorta al mismo tiempo que los ayuntamientos de la provincia y la Diputación han movilizado en lo que va de año 82 millones para nuevas infraestructuras, cinco veces más que el Gobierno, mientras que la Junta ha invertido más del doble que el Estado, 37 millones. Es decir: las instituciones locales y regionales que tienen muchísimos menos recursos se esfuerzan más por mantener viva esta tierra, mientras el Ejecutivo sanchista, que exprime cada nómina y cada ticket de compra con IRPF e IVA, apenas nos devuelve nada.
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Entonces, ¿para qué sirven nuestros impuestos? ¿Para financiar aeropuertos en Cataluña o trenes de alta velocidad en el País Vasco mientras aquí seguimos con proyectos a medio hacer? Recaudar mucho más y dar mucho menos no es gobernar, es esquilmar. El Gobierno debería recordar que la paciencia tiene un límite. Y en Salamanca, después de tantos años de olvido, ese límite ya se ha traspasado.
Eso lo sabemos todos menos los dirigentes del PSOE salmantino, que está muy preocupados por los fallos en la puesta en marcha Buscyl (seguro que los hay) pero no dicen ni pío sobre la falta de inversión del Gobierno en la provincia. Buscyl ha sido su última denuncia. La siguiente será sobre Gaza o sobre Eurovisión, que es lo que les preocupa.
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