DE CALLE

Montoro, ese sanchista

La estrategia de subir a tope los impuestos y perseguir a quienes le denuncian convierte al exministro en un predecesor del sanchismo

Domingo, 20 de julio 2025, 06:00

Con el 'caso Montoro' tengo el corazón dividido. Por un lado, me alegro de que este ministro sanchista, incrustado como un parásito en un Gobierno del PP, pueda ir a la cárcel por sus manejos al frente del departamento de Hacienda. Y por otro, me da rabia que el sanchismo haya encontrado en sus desmanes un alivio a sus innumerables y objetivamente mucho más graves escándalos. Es una vergüenza ver cómo el Ejecutivo y sus medios apesebrados se vuelcan en tapar la corrupción del entorno de Sánchez echándole en cara a Feijóo en el que no tiene ninguna responsabilidad.

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Puede sonar raro que Cristóbal Montoro pueda ser calificado de sanchista, porque en los once años que estuvo al frente del Ministerio, primero con José María Aznar y después con Mariano Rajoy, el sanchismo ni siquiera había sido inventado. Pero lo cierto es que el calvo de la sonrisita malévola fue el 'homo antecessor' de las políticas extractivas y las maniobras persecutorias aplicadas por el actual titular de La Moncloa.

Cuando el gallego impasible ganó las elecciones generales de 2011 se encontró un país al borde la quiebra, a punto de ser intervenido por su insolvencia. Había dos caminos para volver a la senda del crecimiento: uno consistía en recortar el elefantiásico gasto de las administraciones públicas y el otro se centraba en subir a tope los impuestos para que fueran los ciudadanos los que pagaran la fiesta de las cajas de ahorros. Rajoy confió la solución de la disyuntiva a Montoro y se tumbó en el sofá a fumarse un puro. Y el entonces ministro de Economía optó por la misma solución que hubiera aplicado Sánchez: crujirnos a impuestos como si no hubiera un mañana. Además, lo hizo con saña, con delectación y con una sonrisilla de placer.

Montoro se convirtió así en un adelantado al sanchismo, aplicando una política socialcomunista que solo Sánchez ha conseguido superar, castigándonos con un centenar de subidas de impuestos y alcanzando las más altas cotas de presión fiscal.

El ahora imputado por los favores a empresas gasísticas fue también un predecesor de las estrategias sanchistas de persecución a quienes se atreven a denunciar sus desmanes. Igual que hace ahora el Gobierno atacando a los jueces, a la Guardia Civil y a la prensa libre, Montoro azuzó a los inspectores de Hacienda para que investigaran a los periodistas y a los políticos críticos con las fechorías de la consultora Equipo Económico. Sus víctimas eran en su mayoría directivos de medios de comunicación conservadores o dirigentes del PP, como Jiménez Losantos, Alsina o Esperanza Aguirre. Ni Sánchez lo hubiera hecho mejor.

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Además, intentaron engañarnos como a chinos. Tanto Rajoy como Montoro afirmaron públicamente que el rescate bancario no tendría coste para los contribuyentes y que se recuperaría todo el dinero. Lo cierto es que, trece años después, de los sesenta mil millones enterrados en la operación, el Estado solo ha logrado rescatar un diez por ciento. El así llamado 'banco malo' que aglutinó los activos de las cajas (solares y viviendas pagados y construidos a precio de oro en su mayoría) resultó ser muy malo, una verdadera ruina para los españoles que sufrimos los recortes y el varapalo fiscal liderado por Montoro.

Si el exministro de Hacienda ha cometido cohecho, fraude, prevaricación, tráfico de influencias, corrupción en los negocios, falsedad documental y negociaciones prohibidas como sospecha el Juzgado de Tarragona y se ha llevado dinero a algún país extranjero, que lo pague. Y con recargo.

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A ver si ahora se le quitan las ganas de sonreír como un conejo.

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