La voracidad fiscal del Gobierno socialcomunista que padecemos no tiene límites. Los datos de la recaudación de la Agencia Tributaria en Salamanca durante 2023 confirman el ominoso saqueo al que son sometidos los habitantes de esta provincia desde la llegada de Sánchez a la Moncloa.
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El año pasado se batieron todos los récords de recaudación por el impuesto sobre la renta y por IVA. El Estado se llevó 666 millones de euros (el número del diablo), lo que supone 178 millones más que en 2018, el último año de Mariano Rajoy. Son casi treinta mil millones de pesetas más. Y el grueso de ese aumento ha salido de los bolsillos de los trabajadores, que son los paganos del IRPF. Respecto al ejercicio anterior, la recaudación de Hacienda se han incrementado en este aparato en 40 millones, casi 7 mil millones de pesetas.
Si hubiese sido 2023 un año extraordinario para el empleo y los trabajadores hubiesen ganado poder adquisitivo, podría entenderse en parte este apretón fiscal, pero el Gobierno sanchista no solo no rebaja la presión fiscal, sino que sistemáticamente se viene negando a acomodar los tipos a la inflación, de manera que la recaudación sube al ritmo del coste de la vida, mientras que los salarios quedan muy por detrás.
Los insaciables recaudadores del Ejecutivo socialcomunista van a degüello contra el contribuyente, y encima se cachondean de nosotros con ese lema de la Agencia Tributaria que suena a rechifla: «No es magia, son tus impuestos». Pues claro que no es magia. Nuestro dinero no desaparece de los bolsillos por arte de magia, sino por la ineludible obligación de pagar un pastizal al fisco.
¿Y qué nos devuelve el Gobierno a cambio de ese asfixiante apretón fiscal? Pues digamos que las cuentas no salen, al menos en Salamanca. Hacienda se lleva cada año casi 180 millones más de esta provincia y nos devuelve calderilla. En 2023 el Gobierno había presupuestado obras en Salamanca por valor de poco más de sesenta millones, un tercio de lo que se lleva «de más» respecto a cuando gobernaba el PP, y al final solo adjudicó inversiones por valor de 26 millones. Algo no cuadra. Faltan 150 millones de euros que el Gobierno se lleva a otras tierras o los dedica a otros menesteres.
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Todavía hay gente que se alegra cuando los ministros sanchistas-comunistas anuncian ayudas, subvenciones y otras dádivas, como si el dinero no saliera de nuestras carteras. Son miles de millones que el Ejecutivo lleva cinco años dilapidando con el único objetivo de comprar votos entre los más necesitados. Y el resultado no ha sido malo para Sánchez, porque gracias a tanto regalo consiguió continuar disfrutando del colchón presidencial.
El dinero que el Gobierno expolia a los salmantinos va a pagar los votos de Puigdemont, Urkullu, Junqueras y Otegui en forma de nuevas concesiones a los separatistas. Esos millones que debería invertir en Salamanca acaban sirviendo para que Sánchez se compre Telefónica y coloque allí a sus amigotes en puestos generosamente retribuidos. Sirve para mantener el Gobierno más elefantiásico de la historia, con más ministros, más altos cargos y más asesores que nunca. Esos 150 millones que no destinan a paliar el déficit de infraestructuras y comunicaciones de esta provincia se dilapidan en ayudas a Marruecos y a los gobiernos 'amigos' de la ultraizquierda bolivariana. Con ellos se paga a los corruptos socialistas, el combustible del Falcon, las embajadas antiespañolas de la Generalidad catalana, la televisión pública que debería ser de todos y es solo un altavoz al servicio del presidente…
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Y, efectivamente, no es magia. Es un atraco.
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