Hay que reconocer que la Junta de Alfonso Fernández Mañueco apuesta por Salamanca en los presupuestos para 2026 presentados esta semana. Lástima que, casi con ... toda seguridad, las cuentas del Gobierno regional no serán aprobadas en las Cortes, porque ahora más que nunca el horno de la política no está para bollos ni concesiones.
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Si ya fue imposible aprobar el proyecto económico para 2025 tras la ruptura de la coalición de Gobierno, ahora mismo resulta más improbable todavía que Vox se avenga a pactar con el PP los presupuestos del año que viene. Con el PSOE no hay que contar para nada, y los discípulos de Santiago Abascal en esta tierra ni siquiera van a mirar las indudables ventajas y las jugosas inversiones que Mañueco ha diseñado para Salamanca y para Castilla y León.
Ni los propios dirigentes populares en la Comunidad se creen ese argumento de que a los verdes les resultará muy difícil rechazar un presupuesto expansivo y generoso como el presentado el pasado martes. Los de Vox, aunque divididos, no tienen la menor intención de beneficiar a Mañueco ahora que se acercan las elecciones autonómicas, y les da igual que los presupuestos sean buenos, malos o regulares: lo primero es el voto y para atraer al votante necesitan tomar distancia del PP.
Al final la posición de los verdes la decidirá el líder supremo, Santiago Abascal, y ya se sabe que su gran meta en este tablero de la política nacional es darle jaque mate a Alberto Núñez Feijóo. Es su prioridad, muy por encima del objetivo más legítimo para un partido de derechas, que sería acabar con el sanchismo.
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En la situación de Mañueco, lo exigible sería que convocase cuanto antes a las urnas ante el bloqueo parlamentario, pero tampoco tiene mucho sentido cuando las elecciones autonómicas tendrán que celebrarse en marzo del año que viene.
Así que los presupuestos de la Junta para Salamanca no hacen sino ponernos los dientes largos. Porque hay inversiones para todos los gustos y en todos los frentes
En el caso de Salamanca, la cifra estimada de inversión real asciende a 153 millones de euros, con aumento del 35 % respecto a las cuentas aprobadas en 2024. Este salto es, sin duda, un golpe mediático y político con el que el ejecutivo autonómico busca reivindicar su protagonismo sobre el territorio en plena precampaña electoral, y más cuando se compara con la racanería, rayana en el insulto, de las inversiones del Gobierno de Sánchez que se sitúan en el entorno de unos paupérrimos 60 millones de euros, de los que después no se ejecuta ni la mitad. Frente a los 15.700 millones del presupuesto anunciado por la Junta, el Estado cuenta con 200.000 millones. Una cantidad récord que ofrece enormes posibilidades y cuyo destino ignoramos por estos lares. Sí sabemos que el Ministerio de Transporte con el vallisoletano Óscar Puente al frente, invirtió el último año 10.000 millones en infraestructuras, de los cuales por Salamanca no hemos visto ni la calderilla. Aquí las grandes obras de Puente siguen a ritmo de tortuga, o están paralizadas.
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La Junta, en la medida de sus modestas posibilidades, sí tiene en cuenta a Salamanca. La inversión se concentra en los 18 millones para obras de abastecimiento, los 16 millones para completar el bloque de consultas del Hospital, 17 millones para la mejora de depuradoras y tratamiento de aguas, y la red de calor del campus Oeste de la Universidad con 10 millones.
Ya veremos cuántas y cuáles de estas partidas sobreviven en un presupuesto prorrogado.